2005 fue el año de nacimiento de YouTube, “oh sí, lo recuerdo bien”; ellos nos trajeron un botón deseado, inesperado, revolucionario: El botón de Play a lo que yo quiera cuando yo quiera. Una década después, el Board comenzó con la comezón financiera, con la idea de “¿Y si monetizamos esta bella plataforma gratuita?”.
El párrafo de arriba es el antecedente del ahora botón más amado: “Saltar anuncio”. No conozco todavía a alguien que, en su sano juicio, acepte con alegría que le estorben su videoclip de “Mi Credo”, de K-Paz de la Sierra; su tutorial de mole de olla a la hora de cocinar o su TEDtalk progre acerca de Jack Ma y su emprendedurismo… ¡con anuncios de 6 o 15 segundos que parecen infografías en Power Point!
Ah, claro que hay una opción, que es YouTube Premium y que cuesta la módica cantidad de 120 pesos al mes, pero que no se nos olvide que esta marca digital llevaba el “gratuito” en su ADN, por eso era atractiva. Además, según las preguntas de Google, el pago por monetización de contenido original (Consumer Generated Content) es de entre 6 y 12 pesos por millar de visualizaciones; el resto es para “la casa”, que siempre gana.
YouTube, deveras, no me malinterpretes; te quiero y me dejas muchas alegrías diarias, no obstante, “te lo digo por tu bien”, recordando a mi tía Chayo: Esas medidas que tomas te alejan del corazón de la gente, en especial de toda la que no puede o no desea pagar ese medio digital que otrora era sin costo. Quiero recordarte que, aunque el término sea del siglo pasado, el branding existe como lovemark o como engagement MKT, ¿verdad?
Ahora sí viene esta amarga queja; YouTube, ¿qué pasa con tu algoritmo? Mucho reconocimiento facial y quinético, muchos programadores usando el Big Data (cruzado con Google y todas las herramientas financieras de Black Rock)… ¿y me pones anuncios de champú, cuando desde hace 25 años soy calvo?
Me voy, quiero ver un documental de 43 minutos y necesito dos horas por los webspots insorteables de Inmuebles24, HDI Seguros, Kayak, Domestika y Gaia. A ver si no me duermo esperando ése, el botón más amado.
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