Está por demás hablar de violencia (estando las cosas como están), pero al mismo tiempo, no podemos evadir el tema, es un deber cívico. Es tiempo de precisar cómo desde cada actividad laboral se adquieren responsabilidades sociales. En ocasiones creemos que los médicos, abogados, maestros e ingenieros, son los únicos que definen el comportamiento social y por tanto el futuro, sin embargo, como suelo comentarlo, desde el gremio al que pertenecemos se adquieren compromisos invisibles de gran trascendencia.
Desde el ámbito publicitario, las regulaciones han fijado parámetros respecto a los contenidos, los horarios y los formatos. Sin embargo, con el afán de estar vigentes prevalece el ánimo de privilegiar el éxito de las campañas, aún cuando para conseguirlo se preserven sistemas agresivos. Por otro lado en países con arraigo hacia el machismo, la discriminación y la xenofobia, es complejo que las propuestas comunicaciones y publicitarias, estén libres de residuos violentos intencionales o inconscientes.
Bajo otra perspectiva, una que con frecuencia debato con colegas, se basa en que la publicidad es una especie de arte en nuestros días. Por lo que al hablar de arte, interfieren otros valores y variables. Si vemos desde esa óptica, el arte permite y exige la expresión, sin doblegar el contenido por muy atroz, infame o incorrecto que este sea.
Si la arista es la historia, la violencia es parte de los días del hombre, parece ser parte de la justificación de nuestra existencia. En cada etapa adquiere motes y permisos diferentes. Ya se por guerras o procesos pacíficos, la violencia esta implícita. Un ejemplo que me gusta abordar es el del nacionalismo, un tipo de segregación por nacimiento y residencia, un orgullo identitario que pueden ocasionar diferencias conductuales, divisiones territoriales y conflictos bélicos.
Hace un par de semanas tomé un curso de periodismo y publicidad con Brenda Campos Nesme, el taller abordaba la óptica de cómo desde los medios, las agencias y los profesionales de la publicidad, tenemos deberes éticos respecto a la manera en la que abordamos las campañas y los contenidos. Durante el curso se diseñaron varias propuestas, las cuales sirvieron para ver cómo tendemos a cargar los mensajes hacia el sentido negativo. Les comparto algunos de los puntos que aprendí con Brenda, principios enfocados en construir la cultura de la Paz y la Ciudadanía:
1.- Evitar propagar los círculos de violencia por medio de la exaltación de estereotipos delictivos.
2.- Promover campañas con lenguajes positivos y con sustancia, es decir que alberguen acciones claras y que estas se puedan traducir en mejoras sociales
3.- Si se toma la responsabilidad social como una acción empresarial, recuerde no vulnerar el mensaje por medio de administrar la mísera, evite sacarle provecho a la desgracia
4.- Promover la participación no es tarea solamente del gobierno y las asociaciones, es trabajo también del sector privado, pues en la medida que la sociedad participe hacia el camino de la Paz, las empresas podrán enfocar sus recursos al crecimiento en lugar de al blindaje y seguridad.
El reto es mayúsculo, pues mientas seguimos luchando por ser sorprendentes y creativos, la actualidad nos invita a entregar materiales libres de combustible para la violencia.
Recordemos que la decisión es nuestra, las consecuencias también.