Ningún discurso político es improvisado. Quien lo realiza, previamente estudia sus efectos y las repercusiones, hay un equipo de asesores que analizan cada palabra y qué entonación debe dársele. Tal parece ser el caso de los alegatos que emite Donald Trump.
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No pequemos de ingenuos. Los comentarios despectivos que ha repetido una y otra vez el precandidato por el partido Republicano para las elecciones a presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, no nacen de manera improvisada o son sólo resultado del desahogo de un millonario superficial y racista, quien, por cierto, no ha hecho grandes y exitosos negocios sin pensar antes en sus acciones. Tal parece, que todo va saliendo conforme a un plan, que además ya está en la cima del contenido de medios hispanoamericanos en los Estados Unidos y en México, principalmente.
Según las encuestas sobre preferencias, Trump ha tomado una gran ventaja sobre sus adversarios. Como ejemplo, un sondeo realizado la semana pasada por la cadena de televisión ABC y el diario The Washington Post, muestra una delantera de dos dígitos sobre sus rivales. Pero no creo que la victoria presidencial sea algo que a Donald le quite el sueño, e incluso, que muera por formalizar una carrera política seria, si analizamos lo que ha hecho en recientemente.
Piensa mal y acertarás, reza el dicho. En los últimos años, el famoso millonario se ha caracterizado más por sus ímpetus mediáticos que por los políticos o empresariales. Por crear controversias en realities televisivos, debates en programas de televisión y entrevistas, para mantenerse vigente en los medios.
Es claro que juega un papel y probablemente ahora sólo esté interpretando el del “malo”. Una teoría indica que actúa dentro de una estrategia de “Contraste”, que es comúnmente empleada en la política, y que se basa en el fundamento de que para haber un bueno, debe forzosamente existir su contraparte, el malo. Algunos aseguran que este papel de villano no es más que una estrategia para sembrar un campo fértil para la actuación del bueno, ¿o la buena (Hillary Clinton)? Suena muy descabellado, pero no es una estrategia nueva en el campo de la propaganda, y dicha teoría parece cobrar cada vez más importancia
Pero por otro lado, también se habla de una estrategia de “Nicho” cuyo objetivo es asegurarse de un segmento específico de mercado que tal vez podría votar por él, pero requiere de ese motivo empático de peso. Esta teoría es mucho más arriesgada, si consideramos los más de 50 millones de detractores de origen hispanoamericano que ha ganado en el país vecino gracias a sus comentarios.
Lo cierto es que no hay paso sin huarache e inexplicablemente las encuestas favorecen a quien sigue enfatizando sus comentarios discriminatorios. Aparentemente espontáneos, pero créanme, en el discurso de un candidato político (salvo claras excepciones, como sucedía con Vicente Fox), no hay oraciones improvisadas y desprovistas de un meticuloso trabajo racional detrás.
Así que, no caigamos en la trampa fabricada por un precandidato que pocas probabilidades tiene de ganar una elección presidencial en los Estados Unidos de Norteamérica, pero si muchas de seguir derramando bilis en nuestros organismos.
