En México, es común el fraude y la falsificación de boletos que generan desconfianza en la reventa callejera. Cuántas veces hemos visto esta escena: vamos a una obra de teatro, a un juego de fútbol o a un concierto y fuera del lugar donde se llevará a cabo el espectáculo hay diferentes puestos de souvenirs, los ya famosos revendedores de boletos, e incluso aquellos valientes que tratan de vender sus entradas para el evento, o bien que quieren asistir, pero no cuentan con un pase de acceso.
De acuerdo con el Artículo 25, Fracción XI de la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal, está prohibido “ofrecer o propiciar la venta de boletos de espectáculos públicos, con precios superiores a los autorizados”. Y aunque la reventa no es un delito como tal sí amerita una multa o un arresto temporal.
En entrevista, José Luis Benavides, abogado y columnista de InformaBTL, explicó que este tipo de actos se consideran como una infracción administrativa que “se sanciona con una multa por el equivalente de 21 a 30 días de salario mínimo o con arresto de 25 a 36 horas”.
La venta informal de boletos es un problema para la industria porque genera grandes pérdidas a las marcas insertas en el mercado de los espectáculos, así como a las empresas involucradas en estos eventos. A su vez, el desequilibrio entre la oferta y la demanda se ve reflejado cuando los eventos no se llenan, pues muchos de los boletos se quedan en las manos de los revendedores.
A pesar del auge de las plataformas digitales y la posibilidad de habilitar market places, es indudable que en México reina una cultura del mercado informal que no es fácil de combatirse.
En opinión de José Luis Benavides, se trata de una “situación sumamente compleja; por una parte adecuar la ley es necesario, pero también estoy cierto que eso es una simple aspirina para el cáncer de la piratería en todas sus modalidades”, dijo el abogado.
Hay que destacar que en Estados Unidos, según estudios de Ticketbis, plataforma de compra y venta de boletos legal, la industria del mercado secundario de tickets equivale a 6 mil millones de dólares. Además, de 10 boletos que se venden en el mercado primario, cuatro han sido revendidos a través de alguna plataforma de mercado secundario con garantías y con transparencia.
La pregunta es si México está preparado para adaptarse a este tipo de dinámicas llevadas a la esfera digital y dejar de lado las prácticas que se pueden definir como “usos y costumbres”.
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