Podría sonar a tortura estar viendo esas escenas de suspenso, de muertos, casas embrujadas y muertes. Sin embargo, la gente paga por ver estas películas y anticipa la época de Halloween para ver la más reciente.
Cuando vemos una película de miedo, tenemos sensaciones físicas. Por ejemplo, sudamos, nos palpita el corazón con rapidez, y se nos sube la presión. A esto se le conoce como Proceso de Transferencia de Excitación. Al terminar de ver una película, esta excitación se queda con nosotros por un rato, pero la parte divertida de haberla visto con tus amigos y ver como se horrorizaron y saltaron de miedo, se queda con nosotros por mucho tiempo después y se intensifica. Con el tiempo, las sensaciones positivas toman más peso que las negativas, es decir el miedo que tuviste. Algunas personas buscan estas experiencias y estas asociaciones y por ende anticipan esta época para ver todas las películas de horror.
Terminar de ver la película da una sensación de conquista al miedo. Qué mejor sensación es esa cuando aparecen los créditos al final y entra uno a la calma. Mejor aún cuando nos reímos con el de al lado como gritó, y burlarse porque no aguantó y cerró los ojos. Desde un punto de vista evolutivo, tenemos una necesidad de conquistar el miedo. Hoy en día, ya no le tememos a los rayos ni al fuego y pareciera que buscamos enfrentarnos a experiencias contenidas y seguras para controlar nuestro entorno. Especialmente la gente que le gusta experiencias de alta intensidad se pueden ver atraídas por las películas de horror.
Por alguna razón, las películas de horror no tienden a ganar premios. Sin embargo, son las que más recordamos.
Gabriela Romo es psicóloga, trabaja con la comunidad latina del área de Washington, DC y tiene un programa de radio semanal en radio América 900 sobre salud mental. Síguela en Facebook, Twitter (@romocounseling) o envía un email con temas que te interesen a gaby@gabrielaromo.com