La primera vez nunca se olvida

jaime torres

Antes de ponernos románticos, quiero decirte que no me refiero a esa primera vez que probablemente haya pasado por tu mente, sino al primer y contundente golpe de una nueva idea que ha visto la luz. 

Según Grant Cardone, quien es considerado por muchos como el coach de ventas número uno en el mundo, si no eres el primero, eres el último. Yo no lo tomaría tan radical, pero lo cierto es que los primeros en implementar algo nuevo tendrán el reconocimiento, mientras que los segundos sólo buscarán recorrer el camino probado que ya ha dejado de ser novedoso. 

Por ello no existen las fórmulas mágicas para una estrategia de comunicación exitosa, no hay un paso a paso que garantice el gran éxito y quienes copian a los grandes sólo pueden aspirar a remedar lo que otros ya hicieron y con ello, pierden la autenticidad y frescura que todo triunfo demanda.  

Pero, ¿por qué es tan relevante ser los primeros? Más allá de la gran ventaja que implica tener ya un buen tramo del camino recorrido, tanto en la experiencia de la planeación y la implementación, como en la cuota de mercado que podemos obtener y la primicia de nuestro mensaje en la mente de la audiencia, la originalidad siempre le abre paso con mayor rapidez a una marca y la posiciona en un sitio privilegiado por mucho mayor tiempo.

Pensemos en las marcas que dieron el primer golpe, que innovaron con un nuevo producto como Coca Cola y Apple, o con un servicio como Uber, Airbnb o Netflix. Se mantienen en los primeros lugares aun cuando ya han salido diversas compañías que imitan su camino aunque sea con novedosas variantes. 

Claro que existen casos como Facebook, que aunque no fue la primera red social, si fue la primera en ir más allá de ser una simple plataforma de comunicación entre amigos y creó un concepto totalmente novedoso. Redes como Twitter o Instagram, pegaron primero al tener cualidades y objetivos únicos en lugar de limitarse a competir con Facebook en los mismos términos. 

Para Cardone, ser el primero no sólo implica el mérito de una nueva idea que surge y se echa a andar. Va más allá, es la disciplina de avanzar y conquistar de manera constante. De mantener hambre de éxito, aun cuando estemos en la cima, pues realmente nunca llegamos a ella, siempre habrá más escalones que subir, más caminos por explorar o nuevas maneras de ofrecer un servicio para reinventarse y no bajar peldaños para agonizar lentamente. 

Pero no es fácil. Es difícil no estacionarse en aquella idea que nos dio mucho éxito alguna vez. En la estrategia que resulto ser efectiva, que adora el jefe o el cliente. En el proceso que siempre hemos hecho porque con él logramos mayores ventas. Resulta incómodo probar métodos nuevos con el riesgo latente de fracasar. Escuchar nuevas ideas. Hacer las cosas del modo en que nunca lo hemos hecho, tampoco lo ha probado nuestra competencia e incluso, ni siquiera se ha visto en nuestra industria. Pero sólo así podemos dar el primer golpe, una y otra vez. Desmarcarnos del resto siempre será mejor, aún y cuando fracasemos en el primer intento. 

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