El sueño de volar es una constante que se ha mantenido en la mente de los hombres posiblemente antes del nacimiento del mito de Dédalo e Ícaro. Sin embargo, ante la saturación de vehículos en las calles y el sistema de transporte público cada vez más lleno, parece que una necesidad lógica trabajar en un auto volador. Esto parece que está por volverse en una realidad, puesto que la empresa Terrafugia comenzará la preventa de este tipo de transporte el siguiente mes de octubre, con la finalidad de que los clientes tengan el suyo para el 2019, de acuerdo con datos de la agencia de noticias Xinhua.
Cabe destacar que Terrafugia no ha detallado el precio que el Transition, el auto volador de la firma, tendrá para los clientes en general; sin embargo, se estima que podría ser considerablemente alto, por lo que es posible que sólo sean adquiridos por empresas, compañías de transporte y organizaciones gubernamentales.
Transition, al menos de manera inicial, sólo saldrá en el mercado estadounidense. Entre sus especificaciones destaca que sólo tiene espacio para un par de pasajeros, mientras que para despegar y aterrizar requiere de una pista.
Sin embargo, Chris Jaran, CEO de Terrafugia, ha comentado que este octubre también se presentará su modelo TF-2, el cual, a diferencia de Transition, cuenta con la capacidad para despegar y aterrizar de manera vertical, por lo que no requiere de una pista.
No obstante, y a diferencia de lo que afirman muchos medios de comunicación, Transition no es el primer auto volador. El concepto, de acuerdo con datos de Motor Pasión, nación en 1904 con Julio Verne en su texto Dueño del Mundo. Fue en 1917 cuando Glenn Curtis presentó el primer prototipo de este vehículo y fue con Tampier Roadeble en 1921 que presenta el primer coche capaz de volar.
Si la idea no es nueva, ¿por qué no se ha comercializado? La respuesta posiblemente esté los peligros que implican el tránsito aéreo masivo. Si hay una buena cantidad de conductores descuidados, ¿cómo sería al mando de una nave? Posiblemente habrá sobre nuestras cabezas más choques de los que quisiéramos tener.