En la actualidad, la personalización de ciertos productos se ha vuelto muy recurrente por las marcas insertas en diferentes categorías. Esta tendencia la empezamos a ver con marcas como Coca-Cola (el nombre en la lata) o con Starbucks (el nombre en el vaso). Sin embargo, el hecho de que a estas marcas les haya ido bien colocando el nombre del consumidor en el empaque no significa que ese sea el máximo potencial de la personalización.
La personalización de productos en una estrategia efectiva para las marcas que además de querer impulsar sus ventas desean ganarse la lealtad de los clientes, ya que les ofrece artículos exclusivos que los hace sentir especiales y apreciados por las empresas. Pero esta exclusividad responde a ciertas necesidades del propio mercado.
Por ejemplo, el caso de Starbucks es exitoso no por el nombre colocado en el vaso per se, sino por que esa bebida fue preparada acorde a los gustos del consumidor que la pide. Ahí está la propuesta de valor de este retailer.
En cuanto a Coca-Cola, la campaña Comparte una Coca-Cola con.. iba más allá del nombre también. La idea era compartir con alguien querido el producto de la marca. Esta iniciativa respondía al discurso general de la refresquera y compaginaba con su estrategia global: la amistas, el amor y los buenos deseos. De ahí su éxito.
En este sentido, es menester enfatizar que la personalización va más allá de colocar el nombre del consumidor en el empaque, pues para que realmente haya una conexión con éste primero debe haber una investigación de mercado, así como la satisfacción de una necesidad puntual.
De acuerdo con Statista, en Reino Unido al 41% de los consumidores le gusta comprar algo considerado como único y el 50% cree que los productos o servicios especializados pueden desembocar en grandes beneficios.