En 1973 Konrad Lorenz obtuvo un premio Nobel gracias a su investigación de la impronta, aprendizaje que se da en la mayoría de los animales unas horas o días después del nacimiento.
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Por medio de la impronta un animal se identifica con los que lo rodean, asume la especie a la que pertenece y se fija en sus similares para aprender. En sus investigaciones Konrad describió como unos patitos que nacieron en su jardín lo tomaron como “madre pata” al ser el primer ser vivo que vieron al nacer, siguiéndolo a todas partes. Por instinto un pato sigue al primer ser u objeto que pasa por delante y por aprendizaje, imita movimientos y conductas de su modelo.
De esta misma forma, muchos de los productos que consumimos lo hacemos debido a cierto tipo de impronta. Por ejemplo, los bebés desde muy temprana edad aprenden a utilizar un iPhone, debido a que imitan a sus padres, después será muy difícil que se acostumbren a otro sistema operativo u otra marca de teléfono celular.
El tipo de alimentación que llevamos, la ropa que usamos, nuestro equipo de futbol favorito, la música que nos emociona y muchas otras cosas son debido a imitación de nuestros padres o de los primeros seres humanos con los que tuvimos contacto a temprana edad.
La impronta funciona para posicionar productos, es muy difícil ganarle al primer producto que ha penetrado en la mente de los consumidores, al igual que un animal improntado evitará seguir a otros animales u objetos en movimiento.
En la impronta el principal sentido involucrado es la vista, aunque también intervienen el olfato y el oído; al igual que en el marketing sensorial entre mayor número de sentidos involucrados más fácil llegar al consumidor y más fácil crear emociones y experiencias, hay que recordar que los seres humanos somos emocionales, no racionales.