El marketing de calle es una herramienta creada para impactar por la reacción que provoca en quienes son alcanzados directamente por la acción, o bien por la alta tasa de viralidad que llegan a tener este tipo de iniciativas.
Acciones creativas de esta clase son utilizadas por marcas y como una estrategia below the line, también es una modalidad elegida comúnmente por Organizaciones No Gubernamentales, asociaciones y diversos colectivos para realizar acciones sociales, ya que la reacción de la sociedad sirve en parte como experimento, y por supuesto, atrae la atención del resto de individuos hacia un tema en cuestión.
El ejemplo más reciente de esto es la campaña realizada sobre consentimiento sexual, a adolescentes en la calle, con personas que fingían estar inconscientes. Se pretendía dejar claro a los jóvenes que, a menos que la persona de un firme “sí”, es violación.
Esta iniciativa que surge para luchar contra los abusos sexuales en los campus universitarios de Estados Unidos. Cada actor de los que trabajaban para la campañas simuló dormir en un banco o un colchón con un cartel que decía: “Si no puedo decir que no. No puedo decir que sí”.
Sin embargo, street marketing no es cualquier interacción de un anunciante en la calle, el típico anuncio en lugares habilitados del espacio público es simplemente publicidad exterior. Si bien es cierto que hasta repartir panfletos podría considerarse street marketing, se requiere de un tipo de interacción especial, más allá del viandante echando un vistazo a nuestro anuncio.
La originalidad es clave en esta modalidad, así como la empatía colectiva que debe suscitar nuestro mensaje. Esta empatía hará que el mensaje de nuestra campaña sea interiorizado por el resto de ciudadanos que se identifican con él y sea adoptado por los mismos como parte de su propia lucha personal. Un sentimiento que va más allá de la simpatía por una marca o de la calidad de los productos que se le ofrezca.
Fotos: Bisgtockphoto