En días pasados, la prensa anunció la publicación del primer libro de poesía escrito íntegramente por Microsoft Little Ice, el software de Inteligencia Artificial (IA) perteneciente a la famosa compañía creada por Bill Gates.
La noticia, ha desatado un sinfín de opiniones encontradas, no sólo por la capacidad del programa para memorizar sonetos de 519 poetas y generar más de 10,000 poemas para de ellos elegir sólo los mejores 139, sino también, porque se trata de la primera obra literaria que no fue generada por un ser humano, y eso pone en la mesa la probabilidad de que en un futuro cercano, las máquinas también puedan reemplazar al talento creativo.
Ante esto, es inevitable no pensar en nuestra industria, cuyo activo principal es justamente la concepción de ideas en el ámbito comercial. Pero, ¿una maquina, o mejor dicho un software, sería capaz de reemplazar el talento profesional de quienes nos dedicamos a la mercadotecnia, la publicidad y la comunicación? ¿Puede un programa que es alimentado con algoritmos y cuantiosa información elaborar una estrategia creativa insuperable? ¿crear un plan de medios perfecto o una campaña BTL realmente eficaz?
En lo personal, lo imagino imposible. Pues si bien el proceso creativo en nuestra mente implica un importante conocimiento en la materia y el adecuado cruce de información y conceptos para crear una idea, también entra en juego lo que me gusta llamar “el sentimiento humano”. Esa variable que los artistas la atribuyen a la inspiración divina o a las musas, y que aún sólo la tenemos las personas. Vital para provocar emociones, más allá de una impecable estructura.
Es un hecho que en los años venideros surgirán programas y artilugios que prometerán reemplazar el trabajo creativo en nuestra industria con el beneficio implícito de reducir costos y la promesa de proveer resultados más certeros, pero aún con el gran avance de la Inteligencia Artificial, los humanos seguiremos siendo mejores para vender a nuestros prójimos.
Afortunadamente, la Inteligencia Artificial aún está lejos de tener ese “feeling” tan necesario para crear grandes ideas, que no necesariamente surgen de un plato frío con buenos “inputs”, estudios de mercado, o tendencias de comportamiento y compra.
Así, aún cuando programas como el también famoso Google Brain, puedan realizar creaciones basadas en los estilos y conceptos de miles de autores, información que nosotros tardaríamos décadas en concluir, el sentimiento humano es todavía la materia prima de la creación, dejando a la tecnología sólo como una herramienta que jamás podrá sustituir a nuestro cerebro, y al famoso Terminator en su cajón de ciencia ficción.