Hoy ese viejo adagio popular: “Dime con quién andas y te diré quién eres” ha cambiado por: “Muéstrame tu Instagram y te diré en qué marcas te has convertido”; un cambio, para poder entender que el nuevo modelo de democracia nace en la virtualidad, en ese lugar que le brinda al consumidor la adquisición de nuevos patrones de comportamiento que le han ofrecido la posibilidad de convertirse en un activista y líder de opinión, pero no exclusivamente del quehacer político, ahora el consumidor es el nuevo de líder de opinión de las marcas que usa, sesgando su estilo de vida a la particularidad, exigencias y status que le han conferido, por eso las marcas ahora dictan una posición social.
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Así, estas adaptaciones en el cambio del comportamiento del consumidor en las plataformas virtuales, han suscitado que Instagram se convierta en nuevo modelo de democracia en Latinoamérica, más poderosa que cualquier otra red social, refiriéndonos a democracia como un factor que va más allá de la política, éste, afecta el entorno y define la personalidad del consumidor, le abre un espacio vertiginoso a la plaza pública, que hoy por hoy es un escenario virtual.
Por una razón muy sencilla, con las fotos “personales” que además también son públicas, el consumidor puede influir en su grupo primario y secundario de relacionamiento; adquiriendo un nuevo lenguaje para decirle a sus amigos a través de fotos: “quien soy y como me relacionó”, de acuerdo al acercamiento que tengo con las marcas y su posicionamiento en el mercado.
Es decir, la fotografía por sí misma habla, así, el consumidor es un líder de opinión cuando toma la vocería y dentro de sus fotografías incluye las marcas; la marca de gimnasio, de celular, de comida, de prendas de vestir y de lugares que visitó; convirtiéndose en un líder de opinión que recomienda, habla y toma partido de acuerdo a su experiencia, no ha su especialización en el tema.
De ahí que las marcas en estos escenarios como Instagram se conviertan en un participante, que no solamente tiene una cuenta para subir contenido de “interés”, ahora es el consumidor quien tiene el poder, porque las puede juzgar, usar y revertir.
Cobrando un gran valor ese cuento que se echan los profesores en los salones de clase: “La marca debe hacer vivir una experiencia al consumidor”; en ese sentido es donde todas las prácticas de contacto directo con el consumidor toman valor, no sólo porque son inolvidables, sino, porque le dan voz.
Una voz que, hoy se puede ver expresada en fotos que ejercen una presión cultural sobre los demás usuarios de Instagram que tienen acceso a las mismas, logrando que los demás también se ajusten a su forma de consumo, permitiendo que la marca sea un factor aspiracional, o por la contrario se destruya y doblegue su reputación, todo a través de una foto, donde hoy todos se ven lindos, aunque solo sea en Instagram.