En México, unos de los principales problemas de salud que padece la población son la obesidad y la diabetes. Considerados como epidemias, el gobierno y la sociedad civil han tomado distintas medidas para darle una solución a estos padecimientos, como limitar la venta de bebidas azucaradas en las escuelas de educación básica. Otra de las acciones que recientemente ha sido aprobada por los distintos órdenes políticos es la generación de un etiquetado frontal, en el cual se mencione, además de la composición nutrimental, la proporción en la que se encuentran en dicho producto los elementos que pueden tener un impacto en la salud, como azúcares, grasas, etc.
La finalidad del etiquetado frontal radica, según se explica en diversas fuentes, en que el consumidor conozca qué es lo que está ingiriendo y, de este modo, empoderarlo para que realice compras más conscientes e inteligentes para su salud.
México no es el primer país en implementar el etiquetado frontal, sino que algunos naciones del sur del continente americano también lo han comenzado a utilizar, con resultados regularmente positivos.
Sin embargo, es importante que tanto las marcas como la sociedad civil en general estén conscientes de que esta acción no es suficiente para combatir las epidemias de la obesidad y la diabetes (las cuales, dicho de paso, atacan cada vez más a segmentos jóvenes de la población), al menos no por sí sola. Esta medida tendría que ir de la mano con una educación integral del shopper y del consumidor, para que sepan leer toda la información que se les brindará al frente de los artículos, ya que muchas personas posiblemente no comprenden qué es una grasa trans, por poner un ejemplo, ni los efectos que tienen en el organismo.
Hay que estar muy conscientes de que, aunque se le ponga al frente toda la información al consumidor, si no comprende lo que algunos componentes le hacen a su organismo y no decide cambiar sus hábitos de consumo, la iniciativa simplemente se quedará en el marco de las buenas intenciones, similar a lo que pasó con las advertencias e infinidad de gravámenes que se han impuesto al cigarro para desincentivar su consumo. Una educación nutricional es indispensable para hacerle frente a este tipo de problemas.
El etiquetado frontal representa un reto para las marcas desde dos principales perspectivas: por un lado, esto obliga a las empresas a generar productos de un mayor valor nutrimental, que aporten algo al organismo del consumidor en lugar de restarle, para lo cual la innovación de productos se debe volver una constante; por otro lado, las compañías deben de replantear sus estrategias de facing en el punto de venta, puesto que dicha etiqueta puede restarles visibilidad y, en consecuencia, poder de persuasión para que sean compradas.
Sea como fuere, el etiquetado frontal marcara un antes y un después en la vida de las marcas y de los consumidores.