Ética y creatividad, un matrimonio inseparable

Jorge Vallejo - Columnista en InformaBTL
La ética en la industria publicitaria puede generar interminables polémicas sobre si ciertos productos o servicios deben o pueden ser comunicados a las audiencias por la afectación que pudiera ocasionar.

“La única ética posible es hacer lo que uno quiere hacer.”
William Burroughs

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La ética en la industria publicitaria puede generar interminables polémicas sobre si ciertos productos o servicios deben o pueden ser comunicados a las audiencias por la afectación que pudiera ocasionar ya sea en la salud, en el estado de ánimo de una persona, en sus creencias religiosas, morales, culturales, sociales, económicas etc.

Este tema ha sido ampliamente abordado y existe una basta literatura para quien quiera profundizar sobre el particular; sin embargo, mi reflexión es si estamos las empresas preparadas para afrontar una controversia con nuestros clientes y compañeros de trabajo sobre algún tema que cuestione la ética empresarial o personal en el mundo de la publicidad. Hace poco una persona me preguntaba si existía alguna política empresarial que abordara esta temática y en realidad me di cuenta de que aunque se tenga muy clara la línea ética de una organización, es conveniente contar con un documento que plasme las consideraciones a seguir en caso de una controversia de este tipo; en otras palabras, hay que saber que hacer y que decir en estas situaciones.

Desde mi punto de vista las empresas en la industria publicitaria tienen el derecho a establecer alguna o ninguna restricción ética en base a sus valores, su misión, su visión y su cultura empresarial. Las empresas al ser entes donde uno de sus fines primordiales es la generación y extensión del patrimonio para sus accionistas tienen la prerrogativa de establecer desde un punto de vista corporativo si deben o no tener una restricción en este sentido y las consecuencias sobre alguna posible afectación económica. Debemos estar conscientes que estas decisiones pueden o no ser compartidas por algún o algunos compañeros de trabajo.

Ahora bien, sin importar si las organizaciones tienen o no restricciones en este sentido, no podemos bajo ninguna circunstancia dejar de lado el punto de vista de algún compañero de trabajo que pueda tener una controversia sobre un tema ético publicitario. Considero que en este caso debemos apoyar la decisión de una persona de no participar en alguna campaña publicitaria que pueda lastimar alguno de sus valores o creencias personales aún y cuando para la empresa no exista un restricción. Considero que el respeto y comprensión en este sentido puede afianzar y estrechar la comunión entre una persona y una organización siempre y cuando se tengan claros los límites y los alcances de alguna posible controversia entre ambas partes.

Si partimos de la base que en el mundo publicitario los equipos de trabajo que participan en la generación de una campaña y principalmente los equipos creativos que desarrollan grandes ideas para nuestros clientes deben tener entre muchas otras cosas una inspiración para generar un trabajo de calidad, ¿cómo podríamos exigir que desarrollen una gran idea si hubiera una controversia ética? Es por eso que la creatividad y la ética publicitaria representan un matrimonio inseparable en beneficio de nuestros clientes, de las organizaciones y de las personas que laboramos en ellas.

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