Es domingo, te levantas a las 10:00 AM como de costumbre, manejas tu auto hasta el restaurante más cercano para desayunar algo. Al entrar, la guapa hostess te ofrece la misma mesa de siempre.
Al sentarte notas la comodidad de las sillas mientras disfrutas de un agradable fondo musical que te relaja y te inspira a permanecer ahí; el mesero te da la bienvenida por tu nombre mientras te entrega la carta y ordenas el platillo que se ve más rico en la foto del menú, no tenías tanta hambre, pero el aroma que sale de la cocina hizo que tu apetito se terminara de despertar.
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Cuando llega la comida, lo primero que haces es olerla, mientras tu cerebro esta procesando todos los colores que la conforman, desde el plato hasta el último ingrediente. Notas salir mucho humo del platillo, así que decides esperar a que se enfríe.
Mientras esperas notas que todas las paredes del lugar son naranjas con ligeros toques amarillos y rojos. Algo que a pesar de haber ido casi cada fin de semana durante los últimos 3 años nunca habías notado. Por fin das el primer bocado y en tu lengua disfrutas una fiesta de sabores y texturas que te hacen sentirte vivo.
Todos estos estímulos son conocidos en marketing sensorial como EXPROS (experience providers) y forman parte de la estrategia sensorial. Muchos pequeños restaurantes no tienen ni idea de esto, simplemente hacen todo lo posible por dar un buen servicio al cliente.
En cambio, la mayoría de cadenas restauranteras de talla mundial saben muy bien que a mayor numero de sentidos utilizados más fácil será crear una experiencia, despertar una emoción y mejorar la recordación.
La hostess es seleccionada meticulosamente y entrenada durante semanas para saber como vestir, que palabras decir y como caminar hacia la mesa, los colores de los platos, mismos que no deben de opacar a los colores de los alimentos, al contrario, deben de convivir en armonía, los colores de las paredes que logran que te de más hambre, la playlist seleccionada con los beats por minuto y el volumen necesarios para lograr que comas más despacio, la distribución de las bocinas dentro del lugar para lograr un sonido uniforme, el aroma que sale a propósito de la cocina y que despierta tu apetito, todo, absolutamente todo tiene una razón de ser.
Así que la próxima vez que vayas a un restaurante recuerda no solo disfrutarlo con tu boca, sino con todos los sentidos.