Una de las preocupaciones más latentes de las marcas en la actualidad es su impacto en el ambiente. Tan solo las cifras de plástico se han disparado en los últimos años, siendo este uno de los principales enfoques de las marcas para desarrollar estrategias que procuren el cuidado de mares y océanos, y al mismo tiempo satisfacer las demandas del consumidor.
A nivel mundial, el plástico está generando problemas en los ecosistemas naturales. De acuerdo con datos de Greenpeace, en los últimos diez años hemos producido más plástico que en toda la historia de la humanidad. En 2020, se producirá un 900 por ciento más de plástico que en 1980, además se prevé que cada año se producen 500 mil millones de botellas de plástico.
Sin duda, se trata de cifras que activan alertas en el consumidor y principalmente en las marcas, con el fin de generar estrategias que busquen aportar una solución ante los crecientes problemas ambientales.
Una de las acciones realizadas por marcas es mejorar los envases de los productos para optimizar el proceso de recolección y reciclaje. PepsiCo, la empresa estadounidense dedicada a la producción y comercialización de bebidas y aperitivos, recién anunció que a partir del próximo año reemplazará las botellas de Bubly Water con altas. Esta estrategia forma parte de un plan global para impulsar la Economía Circular, donde el plástico “nunca tenga que convertirse en un residuo”, señala la compañía.
En octubre, The Coca–Cola Company anunció la fabricación de su primera botella elaborada con plástico reciclado procedente de residuos marinos originario de playas del Mar Mediterráneo en Europa.
La botella se desarrolló para demostrar el potencial transformador de las nuevas técnicas de reciclaje, sin embargo, aún no es apta para su uso comercial.
En México, se estima que el reciclaje de botellas de plástico alcanzó un 58 por ciento de lo que se consume, una cifra similar a mercados como la Unión Europea. De acuerdo con datos de Ecoce y la Asociación Nacional de Industrias de Plástico (Anipac), México no realiza una adecuada recolección de basura, lo que se convierte en una desventaja en comparación con países como Estados Unidos y Canadá, donde el proceso de reciclaje es más eficiente.
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