“Es de gordos” es más que una frase, es una manera en la que las personas conciben liberarse de los moldes propios del consumo excesivo de alimentos y del sedentarismo, por medio de la simulación “healthy”.
Los que están o se sienten pasados de peso, colocan en la escena artículos, ejercicios y dinámicas cotidianas, algunas de ellas son de risa, pero otras se suman a los rituales y alacenas.
Para ejemplo el consumo de fibras y granos, hemos visto como el uso de la linaza, el amaranto, la avena y el ajonjolí, se volvieron mole de todas las fiestas, al parecer con la integración de alguno de los anteriores a nuestro día, la sensación compulsiva por la comida disminuye.
Así como es un clásico el pedir un altero de tamales o gorditas acompañándolas de un refresco de cola en versión light, tan clásico que he visto como algunos negocios ofrecen en combo esta emblemática dualidad culinaria. De tal suerte que no es la única adaptación que nos han ofrecido los traumados por su figura, también le han regalado al mundo el cargar con una botella de agua que tiene jamaica, chía, clorofila, alpiste.
También han puesto de moda destinos o empresas turísticas, los restaurantes y bares de las alitas inundan las ciudades, las liposucciones van en aumento, las playas ofrecen propuestas para el sector de los que quieren comer hasta que se les hinche, las apps que proliferan son las de corrección de cara y cuerpo.
Los gimnasios, parques y demás lugares para hacer ejercicio se saturan, las marcas deportivas ven como se incrementan sus ventas, por tanto nos venden aplicaciones para saber los kilómetros que corrimos, las calorías que quemamos y la cantidad de agua que debemos recuperar.
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Creo que es de gordos hablar de lo que hacen los gordos, de lo que hicieron los exgordos y de los temores que conlleva el pensar en convertirte en uno, pero también creo vivimos en una etapa en donde existen nichos para todo, en donde podemos tomar lo bueno de cada tendencia y agitarlo como la chía para que nos de sabor, nos baje la lonja o nos permita ofrecer de manera más atractiva lo que vendemos.