Pese a las estadísticas que indican que México tiene el mayor porcentaje de niños con obesidad, no es el que más consume bebidas azucaradas en el mundo. Tampoco los estadounidenses ocupan ese sitio.
De hecho, un reporte sobre los 10 países que consumen más bebidas azucaradas en el mundo, publicado en la revista médica The Lancet, indica que la venta de estos productos declinó en Estados Unidos desde el año 2000, cuando el país ocupaba el primer lugar en la lista. Para 2014, dice el estudio que retoma el WEF en una publicación, la Unión Americana descendió al tercer lugar en consumo per cápita de bebidas azucaradas.
Los chilenos son ahora los mayores consumidores de bebidas con alto contenido de azúcar, con un promedio de 190 calorías por persona al día. China, Tailandia y Brasil, indica el WEF, también han aumentado las ventas de estos productos. Pese a que países como México, Argentina y Arabia Saudita están entre los primeros lugares, el reporte subraya que el consumo en México está decreciendo.
El consumo per cápita de gaseosas en México disminuyó un 4% a 134 litros en 2014, según datos de la firma de investigación de mercado Euromonitor. En 2015, la compra de estos productos en retailers siguió bajando y se prevé que 2016 refleje un descenso a 132.2 litros per cápita.
En cambio, el consumo de agua embotellada ha escalado un 50% en la última década, lo que refleja el declive del consumo de sodas en el resto del mundo. Los grandes productores están conscientes de eso y han diversificado su oferta.
Los gobiernos en el mundo están determinados a reducir el consumo de bebidas azucaradas con políticas públicas, como aumentar los impuestos a los productos de alto contenido calórico o lanzando campañas publicitarias que adviertan de los efectos de consumirlos, hasta prohibir la venta de esta comida en las escuelas y han tenido, hasta ahora, diferentes niveles de éxito.
Los investigadores compararon los casos de Chile y México, para encontrar que en nuestro país, la suma de iniciativas que incluyen: la información sobre las bebidas azucaradas y su relación con la diabetes, los programas de activación y movimiento, los impuestos a los refrescos y el involucramiento de las industrias en la solución de la problemática han funcionado. Se entiende que el problema es multifactorial y así se está atacando. Mientras que en el caso chileno, las políticas públicas se enfocan, de acuerdo con el WEF, en diálogos directos con los representantes en el Congreso.
El exceso en el consumo de productos con alto contenido de azúcar está relacionado, según los investigadores, con obesidad y una deficiente salud cardio-metabólica, asociada con el incremento de diabetes, ataques al corazón y embolias. Es necesario modificar los hábitos alimenticios, la educación y nuestra actividad física para que estos se reduzcan con el paso del tiempo.
