En un contexto del caló mexicano, existe una especie de superhéroe urbano, su vida se encuentra tan desdibujada como aquella del mítico hombre-sándwich del cual ya he dedicado el espacio columnas atrás.
Más artículos de Arturo González:
Un LIKE por el amor de Dios: 5 puntos
BTL a la mezclilla
Los 6 grandes del BTL mundialista
Su trabajo constituye un espectáculo oral, son dueños y fundadores de slogan popular, son reduccionistas espectaculares del lenguaje, pues en pocas palabras atrapan, para luego soltar la lengua hasta conseguir como en efecto araña, tenernos en sus redes. Algunas de las frases que recuerdo con alegría y sonoridad son: “A 10 el paquete de rastrillos”. “No soy artista ni soy cantante, pero me gano la vida honradamente”.
“La pomada-crema, para cayos, torceduras, quemaduras, para el dolor de espalda, para las varices…” Los “cuentistas comerciales” son habidos en el carisma, su tono de voz es peculiar, antecede al de la voz de la señorita del supermercado, el merolico de manera metafórica al trabajo de la locutora del súper, en lugar de conducir a los departamentos, de dirigir la orquesta de cajeros y cerillitos, el vendedor de las calles te trasporta hacia los lugares que van desde la fe, el milagro, la esperanza y el asombro.
De pequeño exigía ir a la feria de mi ciudad, en especial al área donde venden trastes y cacerolas, desde entonces sabía que me inclinaría por el marketing, en especial por esta suerte de floreo verbal, tengo presente como un performance, aquello que dice: “Dales esa, dales otra, échales otra, le voy a dar todo a la persona que se gaste…” Algunas características fundamentales del merolico son:
- Trabaja con la expectativa, genera el “momento” para que se apile un grupo numeroso de personas.
- Elige un producto en particular o una gama muy pequeña, se prepara para su acto.
- De manera austera presenta su oferta, pero esa austeridad no le mella para con la voz y sus volúmenes, hacernos creer lo necesario de sus productos.
- Tiene matemáticamente calculados sus escenarios, los provoca, siembra participantes, genera las condiciones para salir siempre victorioso.
- Sabe cuando ha trabajado en las personas y entonces ataca para proponer la venta, para convertirla en efectiva, se apoya de descuentos, regalos y entrega de más producto.
- El último punto, engloba lo anterior, pues el merolico hace de sus presencia un espectáculo, un show, el evento del día.
El “vendedor mágico de la vía pública” es un maestro graduado de la escuela cotidiana, es un catalizador del milagro que a lo largo del día estamos buscando, nos devuelve el entusiasmo, capta nuestra atención en medio de la abundancia de desinterés, logra hacer de su pequeño discurso, la gran labor del marketing personal, un BTL que se despliega en varias estrategias: las del espectáculo, demostración (sampling, las promociones y contenido alternativo (cartulinas, música, muñecos).
Reivindiquemos entonces el Street Marketing, más cuando nos permite ver en el merolico una versión más cursi de la estafa, la venta de esperanza, una voz que dicta inteligencia, es la razón fundamental para aplaudir de pie a los artistas del convencimiento. Mi más profundo reconocimiento a los prestidigitadores contemporáneos.