Cuando era estudiante me tocó hacer trabajos en equipo un sinfín de ocasiones, en las cuales la mayoría de mis compañeros y yo terminábamos disgustados porque no faltaba el típico flojo que no hacía nada o hacía lo mínimo, obteniendo la misma calificación que el resto del equipo.
En el trabajo probablemente has tenido problemas similares. A diferencia de los problemas escolares es que en la chamba ya no peleas una calificación, sino un salario, un aumento, una promoción, un bono, una sanción administrativa o incluso un despido.
Una buena cantidad de problemas comparten dos características: son cíclicos, es decir, algo que viviste en un punto de tu vida se presentará más adelante, probablemente no idéntico al 100 por ciento, pero sí parecido, y muchos problemas comienzan con algo pequeño que dejamos pasar y que por no comentarse terminan siendo un monstruo enorme.
El origen de los disgustos
Piénsalo con calma y te darás cuenta que el origen de cualquier problema es a raíz de cosas que nos molestan, pero no se comentan o no se saben negociar. La comunicación juega un papel muy importante para modificar conductas que nos lastiman o incomodan, pero también para negociar y dar fin a una complicación. Mientras guardemos silencio las personas seguirán creyendo que actúan bien ya que no tienen un antecedente de que sus palabras o acciones son hirientes.
Siguiendo con las anécdotas de trabajo en equipo, el error que cometíamos mis compañeros y yo era que no le hacíamos saber a los flojos que su actitud de indiferencia perjudicaba al equipo, por lo cual necesitaban ponerse las pilas o los dejaríamos fuera.
Como los haraganes no recibían queja alguna, sacaban provecho de la situación.
Siempre habrá gente abusiva que se cuelgue de tu trabajo. Quedarse callado es ceder ante la injusticia, además de que podría resultarte contra producente; bien lo dice Molotov en su gran canción Gimme the power: si le das más poder al poder, más duro te van a venir a…
La información es poder… si se sabe utilizar
Dicen que la información vale oro, lo cual es parcialmente cierto. La información es sólo la materia prima que por sí sola no tiene valor, es inútil. Lo adquiere cuando llega a manos de alguien que tiene el conocimiento de cómo manejar o sacar provecho de esos datos.
Si la información no está acompañada de acciones no sirve absolutamente de nada. Es necesario que esté reforzada con hechos para generar cambios.
Pongamos un ejemplo para que se entienda mejor:
Cuando un niño está haciendo alguna travesura lo ideal sería que reciba primeramente una amonestación verbal en un par de ocasiones. Si hace caso omiso, entonces se procede de otra forma: quitarle sus juguetes, no prestarle el celular o quizás negarle salir a jugar.
Al recibir una amonestación más “fuerte”, es más probable que cambia su conducta, de manera que cuando quiera hacer X travesura se la pensará porque podrá imaginarse cuál sería la consecuencia.
El saber qué es lo que disfruta hacer el niño, ya sea jugar con X juguete, ver videos en el celular, o disfrutar la lectura de un cuento (por mencionar sólo unos), ayuda a saber el rumbo de la corrección; es aquí cuando el manejo de la información cobra sentido. En este caso fue corregir una conducta inapropiada.
Conclusión
Problemas tenemos todos; unos son más complejos que otros y para resolverlos dependerá si hacemos buen uso de la información que tenemos a nuestra disposición, pero también de la actitud con que los afrontemos.
Algunas situaciones no tendrían por qué trascender y terminan siendo conflictos grandes porque la actitud que tomamos no es la adecuada, nos puede ganar la prepotencia, el ego, la soberbia, la apatía o la negación, cerrando en automático las puertas para resolver alguna diferencia de forma pacífica.
La actitud que tomes ante una situación compleja podrá facilitarte la vida o hacértela de cuadritos.
Si los doctores recetan paracetamol para el dolor de cabeza o prácticamente cualquier dolor, podríamos decir que la manera sabia de manejar información y la actitud son tu paracetamol para resolver los conflictos del diario vivir: no tienen falla.