Para evaluar el patrocinio de un influenciador, personalidad pública o un líder de opinión, es preciso considerar dos factores clave: que tenga valores e imagen acorde a nuestra marca. Las probabilidades de que esto cambie repentinamente.
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Patrocinar a una persona en lo particular, es un tema mucho más complejo que el patrocinio de un equipo deportivo, un grupo musical, un evento o una película, por el simple hecho de que es más factible que una sola persona pueda tomar una o varias malas decisiones que arruinen su reputación. Ejemplos existen muchos, desde el reconocidísimo caso del golfista Tiger Woods por un escándalo de infidelidad, o los del futbolista Ronaldo, el actor Hugh Grant, Michael Jackson o la cantante Britney Spears, por sólo mencionar algunos.
Todo esto viene a colación, por el más reciente caso en nuestro país: El Piojo Herrera. El técnico de la selección mexicana había hecho un buen trabajo en el pasado Mundial de futbol soccer, también previamente con el Club América y además, resaltó por sus apasionados festejos, convirtiéndose en un personaje sumamente mediático y viral. Todo esto, atrajo como miel a un buen abanico de importantes compañías, que no perdieron la oportunidad de su popularidad para contratarlo como imagen de sus campañas. Marcas como Banamex, Movistar, El Gobierno de Chiapas, Melox, Ciel y Amafore, invirtieron millones de pesos en derechos de imagen y medios para ello.
Pero ahora, tras dos reveses, como el apoyo de El Piojo al partido Verde en plena veda electoral y el derechazo que el técnico deportivo propinó al comentarista de TV Azteca, Martinoli, que además provocó su despido de la Selección Nacional, representan un buen leñazo para sus patrocinadores, quienes ahora se vieron obligados a revisar contratos y dar un vuelco a su estrategia.
La marcas patrocinadoras con mercadólogos experimentados en sus filas, seguramente previeron esta posibilidad en los contratos y en sus estrategias, las menos preparadas, necesitarán a algún experto que les ayude pasar el mal bocado.
Lo cierto es que El Piojo Herrera era una buena apuesta. Un personaje con empuje, pasión y ganas de poner el nombre de México en alto (al menos en el ámbito futbolístico), pero también un hombre visceral, tiene su “lado B” y esto último sólo lo vieron pocos.
En fin, si bien es cierto que los personajes públicos y muchas licencias pueden dar un gran empuje a las marcas, también lo es, que hay que considerar los posibles reveses y sobre todo, cómo actuar ante semejantes crisis.