La competitividad es definida como la capacidad que tienen los agentes económicos para permanecer vendiendo bienes o servicios en un mercado. De modo que cuando las empresas compiten se ven obligadas a incrementar sus fuerzas para mejorar la eficacia de sus procesos, producir con menores costos y vender a mayores volúmenes, lo que a la vez tiene un impacto significativo en el consumidor.
En otras palabras, la competencia es importante porque beneficia al consumidor con precios justos y calidad en el servicio. En industrias, por ejemplo, en la industria de las aerolíneas, a lo largo de los años las compañías involucradas han tenido que romper la estructura del sector con la finalidad de ofrecer vuelos a nuevas rutas con precios que benefician al consumidor.
El la industria del comercio electrónico sucede algo similar, por ejemplo, Aliexpress, la plataforma de comercio electrónico de Alibaba recién impulso su presencia en España con la apertura de su primera tienda física. A pesar de que Amazon integró en su en su estrategia de marketing la presencia de un establecimiento físico (muy innovador) en Estados Unidos, su rival Alibaba ha comenzado este año a operar a través de un estableciendo temporal luego de realizar una alianza con El Corte Inglés en España.
Esto nos muestra el potencial de la competitividad, lo cual genera una nueva identidad en los participantes del juego. De hecho, hay participantes que amenazan por generar nuevos paradigmas en sus industrias y que al final lo logran, pero quizá el mayor resultado es el impacto de estas innovaciones que se traducen en mejores precios, un mayor desempeño de los productos o servicios y una mayor satisfacción para el consumidor.
Especialistas señalan que los esfuerzos de la competitividad no serían posibles sin la presencia del consumidor, ya que es el agente que activa el mercado al decidir (según sus recursos) qué y cuándo comprar.
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