Donald Trump, magnate de los bienes raíces, logró lo que muchos creyeron imposible: se convirtió en el presidente de los Estados Unidos. ¿Por qué lo veían como algo muy complicado? Principalmente por sus ideas radicales respecto a temas como la migración, el comercio y, por supuesto, el cuidado del medio ambiente (además de su falta de experiencia en la política, tanto nacional como internacional). Desde su llegada al mandato el 20 de enero del 2017, el mandatario ha provocado un claro cisma en la sociedad, de tal modo que ha decantado en el descontento de un segmento importante de la población (la gente con pensamiento liberal), que desde sus primeros días soñaba con sus destitución. Sin embargo, y al final de su impeachment (juicio político), ha sido exonerado.
Si bien es cierto que la solicitud del impeachment fluyó con relativa rapidez por el Congreso (el cual está dominado por una mayoría demócrata, liderada por Nancy Pelosi), lo cierto es que en el Senado la historia fue bastante diferente, ya que gran parte de este se encuentra en manos de los demócratas, quienes están a favor de los ideales de Donald Trump.
Para destituirlo como presidente de los Estados Unidos por los cargos de obstrucción de la labor del Congreso y por abuso de poder, era necesario que el 67 votos a favor de la condena; sin embargo, al final del día, tan sólo se consiguieron 47 sufragios, mientras que 53 eligieron absolver a Donald Trump.
Después de un proceso de cinco meses que duró en impeachment, Donald Trump no sólo ganó la absolución de los cargos imputados por el Congreso de los Estados Unidos, sino que también pudo ganar un impulso considerable en su carrera para la reelección. De hecho, el mismo Trump, en una entrevista para el programa Meet The Press, comentó que este proceso de destitución haría mucho más sencilla su reelección. ¿Qué tan cierto es esto?
Al contrario de lo que muchos podría pensar, el impeachment no manchó el branding del presidente, sino que incluso llegó a verse favorecido. Al quedar absuelto de los cargos, es probable que se refuerce no sólo la percepción de que Donald Trump realmente ha sido sólo una víctima de la furia de los demócratas, sino que éstos estaban equivocados. En el caso de la recaudación de fondos, para finales del 2019, su campaña llamada Keep American Great dio a conocer que los ingresos recaudados para mantener al mandatario en la Casa Blanca no disminuyeron, sino que se mantuvieron igual. Según datos presentados por el propio mandatario, para la recta final del año anterior, se consiguieron 46 millones de dólares, que sumados a lo que ya se tenía, dieron como resultado 143 millones de dólares.
De hecho, el impeachment tuvo un efecto contraproducente en el inicio formal de las campañas el pasado 3 de febrero, ya que mantuvo a los principales candidatos (algunos de los cuales ya figuran como legisladores) atentos al proceso de destitución, por lo que no pudieron estar presentes en Iowa, durante el caos del caucus, para poder atraer más votos. Mientras que, según France 24, el mandatario pudo estar presente en la localidad e incluso aprovechó la confusión de los resultados para señalar la incapacidad de sus contrincantes para organizarse.
De hecho, de acuerdo con datos de Statista, la aprobación del mandatario se ha mantenido oscilante entre el 39 por ciento y el 45 por ciento para el lapso que corresponde del 10 de marzo al 15 de diciembre de 2020. Si restamos a los indecisos, buena parte de los norteamericanos están conformes con el mandatario, a pesar de haber estado involucrado en el impeachment. Incluso, según un sondeo realizado por Gallup, el presidente habría terminado el día con su mayor aprobación, 49 por ciento de popularidad.
El primer día después del impeachment, deja para los candidatos demócratas un camino lleno de complicaciones para llegar a la Casa Blanca; para Donald Trump, deja un sendero mucho más despejado, pero no exento de retos.
