Causar en el consumidor un gran impacto emocional no es cosa sencilla para los marketeros, mucho menos cuando esa emoción vierte sobre un susto y no sobre un rayito de felicidad, pues asustar a la gente podría parecer divertido para muchos, pero para los protagonistas de la mercadotecnia puede ser un arma de doble y hacerlos perder clientes.
A esta práctica publicitaria se le conoce como Prankvertising, una combinación de las palabras broma y publicidad. Su uso se basa en bromas, algunas más pesadas que otras, para generar reacciones de las “víctimas”.
Pero su función no termina con la broma. Por lo general cuando se está llevando a cabo esta acción publicitaria hay una cámara oculta que se coloca para grabar el resultado y compartirlo posteriormente en la web.
De esa forma, los internautas pueden ser testigos de las reacciones de quien sufrieron el susto, y con un poco de clics, la acción puede viralizarse.
El último exorcismo
https://www.youtube.com/watch?v=dOT0jWQqCl4
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