Por: Erika Fonseca
Twitter: @erfonseca
email: erfonseca@mac.com
¿Quién es nuestro consumidor? ¿A quién vamos dirigidos? ¿Quién es nuestro usuario? ¿Nuestro usuario es nuestro consumidor? ¿Nuestro comprador, es nuestro cliente final?
¿Cuál es el mayor interés de nuestro target? ¿Cuál es nuestro target natural? ¿Nuestro target natural, es a quien debemos dirigirnos?
Estas son sólo algunas preguntas que debieramos responder, antes de si quiera, comenzar a conceptualizar y menos diseñar. Pareciera que intuitivamente dominamos el arte de definir quién nos comprará, cómo venderemos el producto y cuál será la ejecución final. Error fatal.
Tal vez soy un poco dramática pero, cuando pregunto por nuestro target, y no saben definirlo a precisión pregunto: ¿saldrías a la calle y le ofrecerías el producto a cuanto transeunte pasara? y más aún, ¿tendrías la esperanza de que todos los compraran? pues obvio no. Casi es de feeling, si lo hiciéramos en la banqueta, “algo” nos diría a quién sí y quién no, ofrecerlo. Lo mismo pasa a gran escala.
En campañas ATL, BTL, de activación, online, etc. Definir nuestro target y tener una postura frente a él, hará que la definición de la comunicación y del diseño, se permee hacia otros targets. Justo como el ícono, para dar en el centro, hay que tener un buen tino y puntería, pero sería imposible intentar acertar, si el centro no estuviese claramente definido. Así es como funciona, la comunicación, el marketing, el diseño, la publicidad.
Esta definición, hará que podamos llegar a cierto tipo de público, con determinadas características, que serán los que queramos cautivar. Si en cambio vendemos para todos, y hablamos como merolicos, ¿creen tener éxito? Lo dudo.
Les dejo una illustración que claramente ejemplifica lo que planteo.