Por: Erika Fonseca
Twitter: @erfonseca
email: erfonseca@mac.com
Hablar de sabor visualmente es tremendamente complicado. Para tomar fotos que literal se antojen, se necesita integrar muchos elementos diferentes. Los básicos son un buen fotógrafo y un buen ecónomo. El ecónomo se encargará de crear los platillos y dejarlos listos para una buena foto. Y no, no es tan fácil como pedir la comida recien salida de la cocina para fotografiarla.
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El helado nunca es helado, el hielo nunca es hielo. A esto hay que agregarle los fondos o los props que la toma necesite (desde el tenedor, el plato, etc) y todo esto conjuntarlo con una buena iluminación. Se escucha fácil pero no lo es. Este es el gran por qué de tantas fotos malas en muchos restaurantes.
Después de la toma, viene el retoque, el manejo de color, del fondo. En fin, una serie de pasos y elementos que necesariamente deben de ser conjugados para reflejar el sabor.
Pero, si el amor “entra por los ojos” las fotografías de comida debieran de antojarse y lograr que el consumidor salive con un golpe de vista. ¿O no?
El famoso “taste appeal“ debe de contar necesariamente con algunos elementos:
Colores intensos. A nadie le gustaría comerse una lechuga descolorida o un jitomate que no esté completamente maduro. La racionalización del consumidor no cabe porque es algo casi inmediato, así que saturar y exagerar los colores siempre construye. Aunque de pronto la exageración sea lo que impere, darle intensidad a los colores, funciona muy bien y crea un vínculo de sabor con el sentido de la vista.
Alto contraste. Además de colores intensos, el contraste es una pieza fundamental. Las tomas con poco contraste pueden llevar a no querer probar la comida.
Evitemos las tomas con recorte. Si de por sí la producción fotográfica de comida cuenta con el halo de la fantasía, cuando tienen recorte, mucho más. El consumidor no puede imaginar una hamburguesa recortada por sí sola en su cabeza, y eso hace que perdamos credibilidad en el sabor.
Vistas horizontales. Hacer las tomas vistas desde arriba, logran aplanar la comida, quitarle profundidad y esto, en la cabeza del consumidor se traduce necesariamente en falta de sabor. Si utilizamos el horizonte a nivel de vista, las tomas tendrán mucha mayor profundidad, tamaño y desde luego altura.
No hay una fórmula mágica para retratar comida y “diseñar el sabor” pero, si analizamos diferentes fotos, verán que, las que se antojan, tienen algunos de estos componentes.
Aquí les dejo la misma con retoque para que decidan ¿cuál se antoja más?