A petición de un queridísimo lector, hablaré del diálogo interno. Me pareció oportuno después de mis dos artículos anteriores que hablan del pensamiento, y de cómo con éste controlamos nuestras emociones y la importancia de saber en dónde nacen esos pensamientos para tener mucho más control. El diálogo interno es una herramienta superefectiva que nos ayudará a redirigir y reprogramar nuestros pensamientos.
Seguramente has visto caricaturas donde está el diablo y el ángel hablándole al personaje y diciéndole que hacer y que pasaría si lo hace. Bueno, pues ese es el diálogo interno que todos, absolutamente todos hacemos. Ya expliqué que todo lo que vivimos lo dotamos de significado y que constantemente estamos pensando en las diferentes situaciones que se nos presentan. Tu cerebro trabaja todo el tiempo, así no pase alguna situación en especial, en todo momento tienes un diálogo contigo mismo. ¿Recuerdas esta película noventerísima de Mel Gibson, donde podía escuchar lo que las mujeres pensaban? Bueno pues algo así, si vamos corriendo, si estamos en el súper, si vamos en el trafico, si estamos viendo una película, si estamos en un brief, si una guapa o un guapo pasa enfrente de nosotros, etc., todo el tiempo pensamos, por lo tanto, permanentemente hablamos con nuestro yo interno. Esa conversación es con la que debemos de tener mucho cuidado. El cómo nos hablemos y lo qué nos digamos, es lo que marcará pautas para poder desarrollarnos sanamente o no.
Podemos tener un papel de víctima, donde el discurso siempre esté dirigido a sentirnos desprotegidos o desamparados, que siempre perdemos y las cosas nunca no salen; o un papel pesimista, donde la ansiedad reina y tus pensamientos siempre son catastróficos y todo está magnificado, el “siempre” y el “nunca” son palabras favoritas; o un papel de crítico donde tú eres tu peor juez, y siempre eres el malo, el peor, enfatizando solo tus defectos y volviendo tus fortalezas en debilidades constantemente, pensando solo en que “no puedes, no sabes, no tienes, no haces, no lo mereces”, etc.
O… también puedes desconectarte de esos pensamientos y cambiarlos por unos positivos, cuestiónate si de verdad eso que dices tiene sentido y lógica, o si es algo que no tiene cabida, y que tal vez, es el cuento que te creaste de pequeño. El diálogo y sobre todo socrático es lo que te ayudará a evaluar si tu creencia es valida o no. Prácticamente es una conversación donde tú debatas contigo mismo y trates de convencerte de lo contrario.
Genera pensamientos positivos
Deja a un lado la autocrítica, el reproche, la amenaza, lo catastrófico y genera pensamientos positivos. Habla bien de ti, señala tus fortalezas, date una oportunidad de ser sin tener un “algo” que decir. Pero no sólo contigo, también con los demás, deja de pensar o esperar lo peor de tus relaciones. No te enganches con esos pensamientos que controlaran tus emociones y harán que sufras continuamente.
Hoy hablando con mi coachee, me ponía de ejemplo que cuando sale con alguien y enseguida hace algo que no le parece como llegar tarde al restaurante o dejarlo esperando en el coche por más de una hora, le arruina todo, se pone de malas y no disfruta más de la cena, se engancha en el enojo porque desde que se subió al coche y durante toda la cena no deja de pensar en lo pasada de lanza que fue, y que seguro le vale y no se da cuenta de lo que provoca y que no lo respeta, ni a él, ni a su tiempo, ni a su trabajo, no lo ve o lo toma en cuenta, no se preocupa por él o porque lo vayan a asaltar en la calle mientras espera, y así puede seguir pensando en 20 mil cosas negativas desde el minuto uno que sintió que llegó tarde. Pero si no cortas el pensamiento entonces se sigue como hilo de media.
Tu dialogo interno debe de entrar en acción, despierta a “Pepe grillo”, deja que tu ángel y tu diablo se echen un round y entonces puedas pensar: “momento, no lo está haciendo a propósito, no lo hizo para molestar, quizá le surgió un problema o simplemente no midió su tiempo, mejor aprovecharé para contestar correos y adelantar chamba o le hablaré a mi mamá porque llevo más de una semana que quiero hacerme el espacio y no he podido”, o lo que sea que te saque de ese loop de pesimismo o victimismo o rigidez.
Una vez que cambiaste tu pensamiento, tu emoción se modifica automáticamente y deja de ser enojo y coraje y se torna en tranquilidad, serenidad. Y cuando ella se suba al coche y te pregunte “¿llevas mucho esperando?, tu asertivamente puedas contestar un: “sí, una hora aproximadamente, me molestó un poco (porque hay que ser asertivos y no pasivos) pero decidí contestar correos y aprovechar el tiempo, así que todo bien, no te preocupes”.
Parece sencillo pero no lo es, al final es un ejercicio mental que así como el físico, requiere de tiempo, determinación y continuidad para ver resultados. Si queremos entrenar nuestra mente para tener el control total de ésta, entonces necesitamos detenernos y ubicar los pensamientos que te generan daño, después de la consciencia viene el cambio a un afirmación que te beneficie, y por último repetirla cuantas veces sea necesaria hasta que se haga posible.
Usa papel y lápiz
Si empiezas a ponerlo en escrito, tal vez te sea más fácil, toma una hoja y de manera horizontal dibuja una línea, la parte superior es tu pensamiento de víctima o de auto-exigencia y el de abajo es el de asertividad y objetividad. Coloca la situación + el pensamiento negativo + la emoción + la conducta, como en cadena. Abajo haz lo mismo pero el pensamiento debe de cambiar, por lo tanto la emoción y la conducta también. Si lo ves en físico, puede que te sea más fácil adoptar esa postura.
Detente y escucha esa vocecilla interna, presta atención a lo que te dice y evalúa si te sirve o no para tu salud mental. Si te sirve continúa (obvio lo evaluaste objetivamente), si no te sirve, cámbialo por uno mejor, uno más asertivo, más objetivo, más racional y después disfruta como vas sintiéndote mejor porque no te has aferrado a algo que no puedes cambiar; has decidido tomar el control de la situación, de tus pensamientos, de tu emoción y por lo tanto de tu conducta y todo gracias a eso tan positivo que te dijiste una y otra vez.
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