Pensar lo que se necesita y no lo que se quiere recorrer es la base para esta parte de la mentalidad innovadora. ¿Cómo vamos a encontrar soluciones distintas a los problemas que estamos enfrentando si desde el primer momento definimos el camino por el que tenemos que andar?
Una de las ideas principales para poder generar soluciones innovadoras es mantener la mente en el problema que se está resolviendo y enfocarse en resolverlo, no en lo que va a estar pasando mientras lo resolvemos. Una forma simple de entender esto es pensar en cómo nos planteamos un problema a resolver: no incluir la respuesta en la pregunta.
Si nos preguntamos cómo facilitar el proceso de entrega y devolución de películas rentadas no vamos a tener Netflix como respuesta nunca; esto porque estamos forzando una solución, no resolviendo un problema. La base está en preguntarnos cómo resolver el problema más primitivo y general que podamos plantearnos, en este caso podría ser preguntarnos algo similar a cómo llevamos entretenimiento audiovisual a más personas y de una forma más sencilla y escalable. De inicio, contrastando las preguntas, la respuesta de Netflix no incluye un proceso de “devolución”.
Cuando estamos entendiendo un problema, nuestra mente tiende a darnos respuestas porque así es como estamos educados, nos enseñaron a responder, no a preguntar. Y preguntar es la virtud principal que debemos de tener para poder responder un problema dado que no podemos resolver de forma satisfactoria un problema que no entendemos y no debemos dar por hecho que entendemos un problema sin indagar más y estar seguros.
Entonces es importante que decidamos a dónde vamos, no por dónde vamos a caminar. Para hacer que nuestra mente funcione así tenemos que sistemáticamente cuestionar si estamos entendiendo el problema o integrando una solución a la pregunta que nos estamos haciendo.
Para identificar esto podemos valernos de varias acciones, por ejemplo, tratar de pensar o plantear dos soluciones, aunque imposibles, que no tengan elementos en común más que del problema primario que buscamos resolver. Si las soluciones que podemos construir contienen elementos comunes necesariamente, es probable que estemos forzando que la solución vaya en ese camino; en este punto, es importante definir si ese elemento es parte del problema o parte de la solución. Si fueran parte de la solución, hay que indagar en el problema y eliminarlas.
Otra acción que podemos hacer para asegurar que no nos estamos sesgando hacia una respuesta es enlista las restricciones del problema. ¿Todas son parte del problema o tenemos alguna que nos obligue a tomar decisiones antes de idear? Si tuviéramos alguna que nos esté sesgando, tendríamos que retirarla. Si no podemos, entonces es parte del problema.
Y una tercera forma de determinar si estamos siendo sesgados por nuestra propia pregunta es volver a nuestra infancia y preguntar “¿Por qué?”. Cuestionar la presencia de cada parte del planteamiento que estamos haciendo, preguntarnos por qué tiene que haber un proceso de devolución, e identificar si eso está ligado a una solución potencial o si está ligado a una parte del problema.
Si no podemos desprendernos de las soluciones preconcebidas, no podremos dar una solución distinta y resolver el problema en un nivel diferente, así que para innovar tenemos que asegurarnos de no estar preguntándonos cómo implementar una solución sino cómo resolver un problema.
¿Tú te desprendes y haces que los que te rodean se desprendan de soluciones y piensen en los problemas? ¿Quitas los restos de soluciones cuando te planteas un problema? ¿Buscas entender los problemas a profundidad y llegar a esa necesidad primitiva?