El 11 de septiembre del 2001 fue una fecha fatídica para los Estados Unidos de Norteamérica. Hoy, a casi 15 años de los trágicos sucesos, el horror es capitalizado tanto para crear consciencia, como para generar recursos.
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Los norteamericanos han utilizado el marketing como una herramienta alquimista. Generan grandes atractivos turísticos y contenido, prácticamente donde no hay tierra fértil. Un ejemplo claro es Las Vegas. Otros más son Disneylandia y Nueva York. Pero recientemente, también han capitalizado el primer gran ataque comandado por extranjeros que han tenido en su propio territorio: el atentado terrorista del 11 de septiembre. Un hecho que en su momento, hizo temblar a la población de Nueva York y mostrar al mundo entero un talón de Aquiles de la gran potencia mundial.
Y es aún ahí, en el horror, donde también crecen los frutos. Con una iniciativa enfocada a preservar la memoria del hecho histórico y ennoblecer a sus víctimas. Pero también para incentivar el heroísmo de su nación y de paso, generar ganancias con un museo conmemorativo ubicado en la famosa “zona cero” que recibe 24 dólares por cada visitante, para llevarlo por un recorrido por debajo de las famosas torres gemelas, que inicia en el centro de la tragedia para culminar en el último piso del heroísmo de quienes dejaron ahí historias para recordar.
Quedan también dos fuentes a manera de cicatrices en los lugares donde alguna vez se erigieron las imponentes torres, símbolo del capitalismo dentro de la propia capital capitalista del mundo (valga la rebundancia). En sus contornos, los nombres de quienes dejaron ahí su vida, para que los vivos no olviden lo que pasó.
A un lado, un edificio más alto, el One Trade Center. Para mostrar al enemigo y al mundo, quien tiene la frente más alta.
Lo construido a partir del atentado puede ser muy polémico, algunos lo juzgan por lucrar con el trágico acontecimiento, otros lo perciben como merecido homenaje a una nación. Otros más, como un gran atractivo turístico más y una gran fuente de ingresos, en el país que no pierde detalle para crear frutos donde los demás no ven ni la semilla.
Lo cierto es que los norteamericanos son los reyes del marketing y lo demuestran con iniciativas como ésta. Creando un lugar icónico donde la gente también pueda encontrar un sitio para visitar lo que quedo de quienes se fueron una mañana como cualquier otra, mientras trabajaban en un lugar aparentemente seguro y pacífico.