Como en la anterior colaboración pudo darse cuenta, abordé el tema de los influenciadores y el nuevo poder que a paso muy apresurado están dando. Si no ha podido dar lectura, le pido pueda ingresar a la colaboración anterior, en caso de que desee tener la primera parte, caso contario lea esta parte, al fin de cuentas, quién soy yo para darle ordenes.
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Precisamente entre imperativos, émulos y conductas, es el mundo que nos tocó vivir actualmente, un mundo con voz y miles de propuestas (no porque antes no existieran, sino porque ahora tenemos acceso a ellas), propuestas todas validas y respetadas, muchas de ellas enfocadas a devolvernos la ilusión de las cuentos de hadas, donde una persona ceniza, puede convertirse en reina y tener todo a sus pies.
Es lo que ha pasado, los influencers ha sabido sacar provecho de su liderazgo en opinión, algunos son muy inteligentes y desde su primer publicación, han ganado beneficios, otros han ido construyendo su emporio por medio de la práctica, un ejercicio que sin lugar a dudas, se da de manera acelerada e intuitiva.
Hoy quiero hacer dos anotaciones, ambas tienen relación con el poder, recuerde que me encanta el marketing político, además de que es un área que he ejercido desde más de una década. Así que la frase que titula mi colaboración es solamente una parte de una celebre intervención que tuve en el BTL conference 2014, donde comenté:
“Todos podemos ser sujetos del chantaje y del soborno, pero ser los creadores es lo que en verdad posee inteligencia y virtud”.
Primero hablemos del chantaje, este concepto es muy entendido en las unidades básicas de convivencia, pues en las familias, los padres juegan con las emociones y tareas de los infantes (para bien o para mal), los hermanos practican sus pininos en negociación, cediendo espacios, actividades del hogar a cambio de beneficios.
En nuestro país es un master obligado para las madres, ninguna llega a serlo sin antes graduarse. Es por ello que en nuestra sangre corre el poder de aplicarlo, lo interesante es saber cómo. Los influencers lo emplean para conseguir patrocinios, para que les atiendan a cuerpo de rey y para asegurarse de que su poder sigue vigente.
Mientras tanto, las empresas lo emplean ante los influenciadores por medio de la estipulación de metas a cumplir, por ejemplo menciones, apariciones en eventos o incluso haciéndolos embajadores de marcas o campañas las 24 horas.
Por otra parte, el soborno es un tema en nuestro país para doctorarse en ciencias políticas, es un modus vivendi, sin embargo, el punto quiero precisar es que no todo el soborno es malo, así como no todo el chantaje.
Los lideres de opinión usan el soborno como una arma creada por su imagen y reputación, su valor radica en que pueden usar en cualquier momento el poder de su credibilidad, simpatía o motivación.
Lo importante en el soborno ante los influenciadores es crearlo sin que este lo parezca, ahí radica la dificultad. Todos podemos dar un billete al momento de saludar, pero pocos podemos crear la estrategia de Hugo Boss de enviar un celular personalizado a los bloggers de moda.
El soborno se encuentra en ambas acciones, sin embargo, lo que diluye la perspectiva es el objeto de hacerlo, es el código con el que se practique, mucho depende los tiempos que corren. ¡He dicho!
