La Ley de Moore es una predicción de la velocidad del desarrollo de la capacidad de cómputo (y su costo) que hizo Gordon Moore en la década de los 60. Y se vuelve importante conocerla justamente por eso, porque nos da una buena idea de qué tanto incrementará nuestra capacidad de procesar datos pensando en esas nuevas soluciones y capacidades que potencialmente parecen ciencia ficción o que resultan económicamente prohibitivas.
Básicamente, lo que la Ley de Moore dice es que la cantidad de transistores en los circuitos integrados se duplica cada dos años. “¿Qué qué?” La capacidad de procesamiento de un circuito integrado (los llamamos procesadores en las computadoras vulgarmente) está directamente relacionada, entre otros factores, con la cantidad de transistores que se encuentran interconectados en ese circuito integrado.
“Espérate, espérate, ya me dio curiosidad, ¿tienen muchos?” Tomando un producto comercial, para que tengamos una buena referencia, el procesador AMD Ryzen lanzado en febrero de 2017 contiene 4,800 millones de transistores y en julio de 2017 IBM, GlobalFoundries y Samsung presentaron una nueva propuesta tecnológica que permitiría incorporar 30,000 millones de transistores a un microprocesador del tamaño usual.
“Espérate otra vez, ¿la Pc que me pongo en las piernas para trabajar tiene miles de millones de transistores? ¿Dónde tú?”. Estos transistores se han vuelto muy pequeños. Los del AMD Ryzen miden 14 nm (nanómeros… es decir, 0.000000014 metros) y los que presentaron en julio miden 5 nm. En pocas palabras, no necesitas un componente mucho más grande que una de las teclas de tu Pc para que contenga 30,000 millones de transistores interconectados.
“Bueno ya… está bueno, ¿a mí qué?” Este es el punto importante. Más allá de si se hacen más capaces porque los transistores se hacen más chicos o si los procesadores son más grandes, lo que sabemos es que la capacidad que tendremos seguirá creciendo exponencialmente y que será menos costoso lograrlo. Es decir, si nuestro poder de cómputo es insuficiente hoy para lograr cierto resultado en el tiempo y características que lo necesitamos, en un par de años es probable que contemos con el doble de capacidad, de modo que quizá sea posible lograrlo. O si hoy no tenemos presupuesto o un caso de negocio que salga para inversión tecnológica, en un par de años el costo y la capacidad van a haberse reconfigurado en su comparativa, de modo que quizá se vuelva posible. Es decir, no tiremos esas ideas a la basura, implementemos en chico, probemos, terminemos de afinar y la tecnología proveerá.
Otra perspectiva interesante desde la visión de negocios es que la Ley de Moore se ha probado acertada durante 50 años, pero varios analistas, incluido el mismo Gordon Moore, han señalado que es insostenible este ritmo con la investigación y alternativas actuales. Dado el desarrollo tecnológico actual, a menos que ocurra algo totalmente disruptivo, esta tendencia de duplicar capacidad cada dos años podría terminarse en 2025. Con esto hay tres cosas que se ven a simple vista (aunque hay muchas más ocultas en los detalles): la primera, las tendencias de explotación de datos que no estén en una etapa estable de su ciclo de vida para 2025 van a tener problemas para evolucionar si pensaran en consumir más recursos para llegar a su promesa; la segunda, las proliferación de plataformas tecnológicas que se aprovechan de la reducción del costo de la infraestructura de explotación de datos para diferenciarse o ser disruptivos en sus mercados se va a ver gravemente mermada; tercero, parece haber espacio para que una idea genial correctamente fondeada cambie al mundo (de nuevo).
Así que no se trata solo de bits y bytes, las repercusiones de la tendencia en el desarrollo tecnológico afectan a todos los ámbitos de nuestra nueva vida digital.
¿Tú estás consciente del valor del desarrollo tecnológico en tus estrategias? ¿Sabes qué tanto dependes de que la tecnología se siga desarrollando a este ritmo? ¿Has aprovechado la velocidad de desarrollo?