Lo que se vio a simple vista, lo que no se notó pero sí influyó, el trabajo previo, la construcción de la imagen de cada candidato, los tiempos, la entonación, la postura, la vestimenta, cada frase y todo ese movimiento que no vimos en la televisión pero ocurre tras bambalinas, son los componentes de una estrategia determinante para ganar o perder la presidencia de un país.
Aún recuerdo cómo uno de los mejores maestros que he tenido, nos pidió analizar un debate presidencial para la clase de Estrategia de Marketing en la Universidad. En aquél tiempo, la victoria de Fernández de Ceballos fue rotunda, no sólo por sus grandes dotes de orador, sino porque además pareció ser el único que contaba con un equipo especializado detrás.
Fue una clase sumamente provechosa, comprendí entonces que los debates, al igual que las carreras políticas, no se ganan sólo con un buen candidato, sino con el mejor equipo de asesores. Este año no será la excepción, el primer debate fue un gran termómetro para medir la eficacia y profesionalismo de los equipos que cada candidato tiene y realizar los ajustes pertinentes para avanzar posiciones en los próximos dos debates.
En mi opinión, todos los candidatos y sus equipos deberían estar ahora preocupados por su desempeño, que en general, fue deficiente. Sin embargo, podemos rescatar algunas lecciones de contenido verbal y no verbal, como la firmeza y sinceridad que proyectó Jaime Rodríguez Calderón (alías El Bronco), quien a pesar de sugerir propuestas descabelladas y hasta jocosas, en todo momento se mostró firme, seguro y honesto. También fueron afortunados los cuestionamientos que realizó durante la etapa final el candidato del PAN, Ricardo Anaya y el cierre de Margarita Zavala, quien como candidata independiente, pudo haber aprovechado más su condición. Por otra parte, aunque la tibieza de Meade le restó varios puntos al PRI, realizó un par de ataques certeros que puede seguir fructificando. En cuanto al manejo de los tiempos, en todos fue malo.
Pero lo importante es que el próximo debate lo ganará el equipo de asesores que además de mejorar concienzudamente la imagen de su candidato (en todos hay áreas de oportunidad), se enfoque en tres temas cruciales:
- Propuestas Concretas: que respondan las preguntas: qué, cómo y por qué, de manera concisa, clara y contundente. Una labor compleja pero sumamente eficaz, que no consiste en repetir las gastadas frases de campaña que hemos escuchado una y otra vez en los discursos y spots publicitarios, sino en propuestas tan bien estructuradas que difícilmente puedan ser descalificadas, debatibles o reprobadas por los contrincantes durante el mismo curso del debate.
- La Estrategia Ofensiva: deberá incluir una táctica puntual y enfocada en el contendiente principal, ya que combatir con todos, además de desgastante y riesgoso, es ineficaz. Es necesario que la ofensiva sea directa y resalte los temas absurdos o incoherentes en las propuestas de sus contendientes (que son clarísimos). Que exprese de manera sintetizada sus fallas y de ser posible, incluyan una solución práctica.
- La Estrategia Defensiva: cada equipo deberá saber con precisión cuál es el talón de Aquiles de su candidato y hacia qué objetivo irán dirigidas las balas. Una táctica enfocada no sólo en defenderse sino en revertir el ataque, será una jugada maestra.