El marketing es un área del conocimiento que, como la medicina o la ingeniería (por poner un par de ejemplos), cuenta con su propio lenguaje de especialidad, o sea, tiene una serie de términos que nos ayudan a comprender y a sintetizar conceptos que se usan de manera cotidiana. Sin embargo, hay ocasiones en el que la cercanía semántica entre un vocablo y otro es tan cercano que en distintas ocasiones se llegan a confundir, como es el caso de la imagen e identidad gráfica, cuya distinción explicaremos en las siguientes líneas.
Tanto la imagen como la identidad gráfica nos remiten a términos relacionados con aspectos visuales de la marca, eso es un na realidad; sin embargo, la principal distinción entre uno y otro radica en quién mira la firma y desde que perspectiva.
La imagen corporativa hace referencia a la percepción que el cliente genera respecto a una marca, el modo en el que la ve y la asimila. En este sentido, es sencillo comprender que este concepto hace referencia a un punto de vista externo, realizado por un tercero, principalmente.
Por el contrario, la identidad corporativa es una perspectiva de la marca en sí mismo. ¿Qué significa esto? Básicamente el concepto se referirá al modo en el que la firma busca transmitir sus valores y su filosofía a través de componentes gráficos, los cuales son establecidos y sostenidos por ella misma. En este caso, se podría decir que la perspectiva es hacia adentro y que se realiza en primera persona, como si fuese una especie de introspección.
La adecuada cordinación y compaginación entre la imagen e identidad corporativa permite fijar una construcción de marca sólida y sobre todo congruente, la cual logré generar confianza entre ella y el público meta al que se dirige; por lo que habrá que buscar que ambos aspectos funcionen de manera coordinada.