En algunos centros comerciales de Medellín me encontré con escaleras eléctricas apagadas, puntos de compra cerrando a las 8:00 de la noche, mientras el consumidor se refugiaba en la entrada, con ganas de continuar comprando.
Ese fue el panorama observado, pero todo tiene un antecedente y el culpable es mercadeo, pues los expertos consideraron que por ser un lunes lluvioso, los consumidores no saldrían de sus casas o del barrio, pero sus cálculos fallaron y las personas rindieron culto a Halloween, demostrando que está más vivo que nunca; era increíble ver, como hasta los abuelitos se atrevieron a colocarse máscaras o diademas con antenas de colores simulando un disfraz.
La conclusión, es que solo los ávidos lograron sacarle provecho a la fecha y no sólo le abrieron las puertas a Halloween, si no que durante todo el fin de semana sus tiendas le estaban dando la bienvenida a las compras de fin de año, en otras palabras, dispararon la disposición a gastar que todos tenemos cuando se acerca la navidad.
Lo cual, deja mucho desear acerca de la manera como estamos haciendo marketing, hay una ceguera latente en las marcas, una parálisis que no les permite pensar y dejar de ser reactivos a los comportamientos.
Halloween demostró que las estrategias de las organizaciones se están quedando cortas, pues todo el tiempo los centros comerciales buscan atraer tráfico, pero el día que les llega, se sorprenden, se cierran a él, no hay una capacidad de respuesta ni siquiera con el consumidor en las puertas de sus tiendas.
De ahí que la invitación, no puede ser otra: dejemos de hacer marketing desde el escritorio, para que la navidad no nos vaya a tomar por sorpresa con las mismas luces del año pasado.