Usando la técnica y la experiencia pastelera en aperitivos, primeros y segundos platos, el chef Jordi Butrón y sus socios Xano Saguer, Guillem Vicente y Reme Butrón crearon en Barcelona el que sería el primer restaurante de postres del mundo: el Espai Sucre.
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Hoy día, se pueden citar infinidad de lugares donde los comensales pueden vivir una experiencia gastronómica sin igual. Sin embargo, hablar de un templo de postres es extraño cuando viene a nuestra mente la idea de desayunar, comer y cenar postres. Demasiado empalagoso y con un pase directo a un coma diabético.
No obstante, la estrategia comercial y planeación del proyecto está basado en todo un abanico gustativo, que parte del uso de conceptos de la pastelería en todos los platos, no sólo dulces sino también salados.
De este modo, es posible encontrar un arroz de calamar con flan de azafrán y fruta de la pasión o una crema de chocolate con salsa de fresa, vinagre, menta y pimienta, entre otros.
Pero la creación del concepto no culminó con la apertura de un restaurante, sino con la venta de una técnica culinaria que fue adoptada por escuelas de Gastronomía encargadas de forjar a los amantes de la pastelería para que abran sus propios negocios.
En México, por ejemplo, hay una escuela que lleva el mismo nombre del restaurante, y que se dio gracias a una estrategia de reactivo con Grupo Coronado para formar a los chefs que serán los guías de la industria gastronómica.