En mi ejercicio como docente veo que los estudiantes de mercadeo próximos a graduarse, se sienten confundidos, cada vez menos encuentran el soporte científico de esta disciplina, la hallan tan vacía y amplia, llena de juicios de valor, que el ego que llevamos dentro los profesionales en marketing, sobrepasan el conocimiento universal de lo que constituye la profesión en sí misma. Y por eso cada docente de acuerdo a su experiencia cree tener la fórmula mágica para dársela por pociones a sus estudiantes.
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Lo paradójico es que el marketing no tiene secretos, ni fórmulas mágicas, no hay una receta combinable que funcione: producto + consumidor = n° ventas; está profesión no funciona así, por eso cuando los estudiantes se enfrentan a la realidad suelen decepcionarse, hasta llegar a pensar que no saben nada y sus conocimientos están completamente desactualizados.
De tal modo que en la vida laboral relacionada con su profesión, buscan encontrar un personaje del cual aprender, para poder imitar sus comportamientos y saber qué hacer en cada uno de los momentos críticos; pero con gran pesar hay que admitir que de acuerdo a la cultura latinoamericana y en esta profesión del marketing, el aprendizaje en las primeras épocas laborales se da a través del miedo, el fracaso, el ensayo y el error.
Y esta realidad se da, por ese miedo al jefe inmediato que culturalmente se ha infundido, porque no se da la oportunidad de refutar o contradecirlo, así de entrada se conozca que se está cometiendo un error, pues se cree que como es un superior tiene la última palabra.
Por ello es que la universidad también tiene la obligación de formar al estudiante desde el carácter, permitiendo que fracase y se equivoque en el aula de clases, eliminando tantas prohibiciones a la hora de experimentar, eliminando el miedo y corrigiendo desde el argumento, desde el análisis, para poder pensar el marketing desde donde debe ser: el ser humano.
Porque aunque la califiquen como una profesión administrativa, si no se estudia y aprende desde la transversalidad antropológica, etnológica y científica hemos perdido el enfoque de lo que buscamos, aunque se represente en ventas, dinero etc.
De ahí que la invitación es volver a lo básico, a lo recursivo y permitir que el estudiante de marketing sea tan íntegro y en el aula se equivoque tantas veces como pueda, para que en su vida laboral sus competencias estén tan forjadas que no necesite aprender de lo que tradicionalmente se ha hecho mal, si no que por el contrario sea tan propositivo y certero en sus estrategias como pueda.