Durante los últimos tres meses, el Corredor Chapultepec se convirtió en uno de los temas principales de los habitantes de la delegación Cuauhtémoc, pues la construcción de esta obra traería tanto beneficios como perjuicios para los actores involucrados.
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La polémica comenzó en agosto, cuando la Agencia de Promoción, Inversión y Desarrollo para la Ciudad de México (ProCDMX) anunció que obtuvo la concesión para el uso, aprovechamiento y explotación de la Avenida Chapultepec.
Esta licitación, según la ProCDMX, sería por 40 años y se obtuvo en asociación con un consorcio empresarial privado. Acto seguido surgieron los pros y contras por la intención anunciada de construir el Corredor Cultural Chapultepec, un proyecto para instalar áreas verdes, culturales y comerciales desde Metro Chapultepec hasta Metro Insurgentes.
Luego de una votación realizada este domingo 6 de diciembre entre vecinos de la delegación Cuauhtémoc, la resolución fue NO edificar el corredor, pues a pesar de que este proyecto traería beneficios económicos, la realidad es que los beneficios irían a manos de privados más que del Gobierno capitalino.
En términos de retail, 12 mil metros cuadrados del Corredor Chapultepec iban a ser destinados para el comercio al por menor. Esto hubiera significado un desarrollo mayor para el sector.
De hecho, el estacionamiento de la Secretaría de Seguridad Pública se convertiría en un centro comercial, dando paso a retailers como Starbucks, Telcel, Zara, Sanborns, entre otros, pues uno de los objetivos del proyecto era acabar con el pequeño comercio informal.
Un dato relevante es que la inversión para la edificación del corredor estaría a cargo de la empresa Invex, de modo que el 95% de las ganancias las obtendría este grupo, mientras que el 5% restante lo obtendría el gobierno.
Y estas utilidades serían las resultantes de las rentas de los espacios comerciales, que serían colocados en el segundo piso del corredor. Varios arquitectos y analistas en Políticas Sociales como Alberto Serdán, se han referido a este “segundo piso” como la simulación de un parque elevado que transformaría la vía pública en un centro comercial.
En efecto, las áreas comerciales potenciarían económicamente la zona, tipo calle Madero en el centro de la ciudad, no obstante, como ya se mencionó, la utilidad y el ROI denotan que no es negocio para la ciudad, sino para la iniciativa privada.
