Entre los principales trabajos que deben realizar de manera constante las marcas es mantenerse competitivo en un mercado (el cual, sea dicho de paso, está cada vez más saturado), con la finalidad de estar presente en las preferencias del consumidor y que, por supuesto, éste las favorezca con su decisión de compra. Pero, ¿Cómo de puede lograr este objetivo? Una de las maneras para lograrlo es por medio del benchmarking, qué consiste en analizar lo que están realizando otras empresas para adoptar y adaptar (no calcar) sus mejores prácticas en incluso aprender de sus errores.
Para hacer un buen benchmarking es necesario que las empresas se establezcan objetivos claros. ¿Qué es lo que quieren conseguir con dicha herramienta? ¿Se busca conocer las mejores prácticas en un sector en específico o se hará un análisis de todo lo que está pasando en la industria? Son preguntas que deben ser respondidas previamente a realizar cualquier acción.
Una vez que se han fijado los objetivos que se esperan lograr al implementar el benchmarking, hay que fijar una ruta de acción a seguir y las herramientas que se utilizarán para hacer el análisis, por ejemplo, si se realizará un mistery shopper o cualquier otra herramienta.
También será conveniente definir cuál es la información en específico que se está buscando, con la finalidad de evitar perderse entre la multitud de datos que existen, algunos de los cuales posiblemente no sea útiles para los fines que perseguimos.
Una vez que ya se recabó la información de la competencia o de la industria, habrá que hacer un análisis meticuloso y crítico de todos los datos que se obtuvieron. Esta parte es una de las más importantes cuando se está trabajando con el benchmarking, ya que los registros se transforman en información útil.
Finalmente, una vez que ya se analizado la información como parte del proceso de benchmarking, habrá que seleccionar lo que mejor le sirva a nuestra marca y que al mismo tiempo sea tropicalizable.
