Las relaciones públicas son un arte y, como en todo arte, puedes destacarte o hacer un desastre monumental. Después de años en el sector, he aprendido que hay formas infalibles de tirar todo por la borda si realmente te lo propones. Así que, si tu objetivo es fracasar épicamente, aquí tienes tres maneras garantizadas:
1. Mandar sin pensar
Nada grita “no sé lo que hago” como mandar mensajes sin ton ni son. A veces veo marcas que creen que un comunicado de prensa genérico es suficiente para atraer a los medios. ¿El resultado? Silencio absoluto. La falta de estrategia es el boleto directo a la irrelevancia. Piensa en esto: los periodistas reciben cientos de correos al día. Si el tuyo no tiene propósito ni valor, ni siquiera lo abren, es más te pueden bloquear en sus correos.
2. No sobre vendas la información
Pocas cosas dañan tanto como sobreprometer y quedarte corto. “Exclusiva mundial”, dices, y resulta que la misma nota ya la tienen tres medios más. ¿Un evento espectacular? Los invitados llegan y lo único espectacular es la falta de organización. Este tipo de errores no solo te hacen ver mal, sino que te ponen en la lista negra de contactos confiables.
3. Ignorar que los medios son personas
Si aún crees que los periodistas son simples herramientas para difundir tus mensajes, vas por muy mal camino. Las relaciones públicas, como su nombre lo dice, se basan en relaciones. Y esas relaciones se construyen escuchando, entendiendo sus necesidades y siendo útil. No cultivar estas conexiones es como tratar de sembrar en un terreno árido: nunca dará frutos.
Pero, al final, todo se reduce a esto… ¡Toma nota!
No importa qué tan creativo sea tu plan o cuántos recursos inviertas; si no tienes algo que valga la pena comunicar, tu estrategia está destinada al fracaso. Las relaciones públicas no son solo ruido, son contenido con sentido, historias que conectan y mensajes que importan.
Así que, antes de diseñar tu próxima gran estrategia, pregúntate: ¿Qué tengo para decir que realmente importe? Porque al final del día, en este juego, tener algo que contar es lo único que de verdad cuenta.
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