La comunicación es un proceso que humaniza al ser y le permite interactuar con diversos actores que, en la medida en que interactúen se confirma el papel y el lugar del otro, el yo y el nosotros. Por tanto la comunicación en todas sus versiones y expresiones le permite al ser hacerse humano.
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Y esa manera de filosofar y comprender el acto comunicativo en las organizaciones, es la misma que hoy conlleva a cuestionarnos sobre el quehacer del proceso comunicativo al interior de una compañía, porque generalmente los departamentos de comunicaciones, marketing y ventas están aislados, no interrelacionan y no convergen en su lenguaje, de ahí que la función de la comunicación se vea reducida a la mera herramienta, por donde se comunica el mensaje.
De tal modo que, el comunicador organizacional no comprende cuál es su función dentro de las compañías y por ende, sus acciones van a estar encaminadas solo al hecho de informar, teniendo claro que, el deber organizacional del comunicador es más amplio, complejo y con poder persuasivo; capaz de generar acciones y estrategias que confluyan en un objetivo común con el área de marketing y ventas, como un esfuerzo en conjunto, no se trata sólo de informar a públicos internos y externos por medio de una rueda de prensa.
La comunicación dentro de la empresa, tiene un conocimiento social y de comprensión cultural del consumidor que se ha venido amarrando a su amaño y antojo, perdiendo todo carácter y validez en el desconocimiento, pero no de lo social o cultural, si no en la ignorancia de la importancia de esta información para el área de marketing.
Porque desde ahí se debería ejecutar un análisis profundo, sobre las diferentes maneras de socializar del consumidor que está inmerso en un cultural, y es el comunicador de la organización quien está llamado a tener la comprensión y la visión de este aspecto, es él, quien debe generar las alertas sobre la estructuración publicitaria y mercadológica del mensaje; pues si lo que habla una marca no conversa con la configuración mental y social de un cliente, el fracaso será el resultado inminente. Y si no el comunicador quien está llamado hacer esta tarea, entonces ¿Quién?
Por eso, aquí propongo dos claves para hacer comunicación organizacional:
- Aproveche los componentes sociales: el conocimiento social de un comunicador no es vano, lo que lo convierte en un estructurador de estrategias macro para llegarle al consumidor y en un investigador permanente de las configuraciones sociales, para monitorear el lenguaje cultural adoptado por los clientes; pues no se puede promocionar un producto si no conocemos cual es la manera como socializa y como conversa culturalmente.
- La herramienta no es la estrategia: las diferentes herramientas comunicativas con las cuales se pueden llegar al consumidor, no son las estrategias ni promocionales, ni de acercamiento o conocimiento; de ahí que, las redes sociales, medios de comunicación, carteleras, boletines, ruedas de prensa y en fin, son solo herramientas que permite definir por donde comunicar. Y aunque estamos en ese proceso comunicativo, el objetivo de posicionamiento de marca y el impacto en las ventas no se puede obviar y es una irresponsabilidad, justificar el proceso comunicativo organizacional, con la herramienta y con el “posicionamiento” de marca que se alcanza las mismas; el proceso comunicativo debe ir más allá del hecho informativo y de cohesión entre misión y visión, se trata de generar escenarios claros para el marketing que logren impactar en el inconsciente colectivo del consumidor y esa es la respuesta al fracaso comunicativo que se vive en Latinoamérica, pues el comunicador sabe que hace, pero en tristes ocasiones no sabe para que sirve.