Uno de los mayores errores a la hora de desarrollar una estrategia de marca es confundir esta actividad con el desarrollo de una estrategia de negocio. Son aspectos completamente distintos debido a que la primera se encarga de construir la esencia del producto o servicio, que está en contacto directo con el consumidor, mientras que la segunda trata de obtener el beneficio económico, así como la estructura necesaria para lograrlo.
La importancia de construir una marca radica en que si este activo intangible, un producto o servicio, es incapaz de comunicarse con el segmento de mercado adecuado y lograr de esta manera posicionarse y generar ventas.
Muchos especialistas del marketing señalan la importancia de conocer el propósito del producto. ¿Cuál es el motivo por el que se encuentran en el mercado?, ¿a quién hace la vida más fácil? Son algunas de las preguntas que se hacen cotidianamente los estrategas de marca.
El primer paso para desarrollar una marca está en distinguir la estructura de esa estrategia, que básicamente consiste en entender al tipo de consumidor al que se dirige la marca, qué personalidad o comportamiento adoptará en su comunicación, cuál es su propósito en el mercado, la estrategia que se utilizará en su comunicación, así como entender el valor que aporta a la vida de cada uno de sus consumidores.
Son aspectos muy básicos que hacen referencia al proceso creativo de una marca Son las razones de la existencia de este activo intangible en el mercado y que sustentan su diferenciación de la competencia.
En general, el desarrollo de una marca consiste en establecer una metodología de análisis para comprender al consumidor, el mercado y la competencia, así como los factores internos que refuerzan la marca como la imagen, su historia y sus fortalezas. Por otro lado, el análisis del cliente y las principales tendencias del mercado que afectarán el comportamiento de la marca y su posicionamiento en el mercado.
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