¿Los periodistas están indefensos ante quien los contrata o frente a los intereses que son incomodados por hacer su oficio todos los días? La respuesta es que es sí en países de Latinoamérica como México, el crimen organizado, los narcotraficantes, los políticos y los mismos accionistas de los medios de comunicación dejan muchas veces indefensos a los periodistas. Se quedan solos frente a sus enemigos, en compañía de su pasión, vocación y sus preguntas. Esto es quizá lo que más me atrapó de leer el más reciente libro de Pablo Reinah, “El Caso Florence Cassez, mi testimonio”. Fundé hace más de 15 años una agencia de relaciones públicas y justo hasta hora, después de leer este libro caigo en cuenta que muchos periodistas caminan en la cuerda floja todos los días. Que una palabra de más o de menos, les puede costar la vida y en la mejor de las suertes su trabajo, su reputación en compañía de su nombre.
Para muchos que no lo saben Florence Cassez fue una ciudadana francesa que hace 17 años fue acusada, junto con su ex novio de pertenecer a una banda de secuestradores, en tiempos en donde los políticos usaban todos los días a los medios para hacer campañas de reputación de sus corporaciones y así justificar su trabajo y generar campañas mediáticas para promover sus carreras políticas, ¿les suena? Muchos de los principales directores de comunicación social de las agencias policiacas eran casi casi guionistas de películas de policías y ladrones. En donde usaban su creatividad para nombrar bandas de supuestos delincuentes y alias de presuntos bandidos que sólo existían en la ficción de sus mentes imaginarias. Si hacen un ejercicio y buscan nombres de bandas de secuestradores como “La Flor” o “Los Zodiaco”, que por cierto yo creo que usaron ese nombre del famoso asesino del zodiaco en San Francisco en la década de los sesenta en el pasado siglo 20. Esos funcionarios eran verdaderos creativos de la literatura y la ficción. Se divertían y ganaban dinero, mientras tanto, destruían familias, vidas y reputaciones. Y lo más surrealista es que los maleantes reales eran los mismos funcionarios.
Hace 17 años no tenía tanta fuerza el “Yo Digital” que somos todos los que podemos defender nuestra reputación con cualquier teléfono en mano o también acusar sin pruebas a otros. Un arma de dos filos que tenemos en nuestro bolsillo ahora todos. Que usamos sin darnos cuenta y muchas veces a la ligera, ¿hacia dónde vamos?, a filtrar mejor el contenido que generamos, que leemos y que promovemos, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿por qué?, hacernos estas preguntas y razonar de dónde viene la información que vemos en los medios y por qué se publica donde se publica. La verdad ahora más que nunca sí nos hará libres más que un cliché porque todos los días se genera contenido emergente que surge sin editar y es generado por intereses que lo promueven. Estos intereses son genuinos, pero también podemos ser utilizados como audiencia y como opinión pública ¿Dónde quedamos los agentes de las relaciones públicas? Hoy me queda claro que más que nunca es necesario apuntalar a los verdaderos periodistas, blindarlos para que ejerzan su oficio y nos cuenten historias de verdad entre tanta incertidumbre.
Platiqué en mi video columna con el escritor y periodista, Pablo Reinah, que en su libro nos dice: “Yo sí estuve ahí” en lenguaje llano y sintético. Me dejó un buen sabor de boca porque hace falta escuchar este tipo de voces de quien vienen.
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