Según el último conteo del INEGI, en el Estado de México conviven más de 16 millones de habitantes, casi el doble de quienes radican en la capital mexicana y un número muy superior al de cualquier otra entidad del país. Además, más del 60 por ciento, están ya en edad para votar e inclinar la balanza significativamente no sólo en las elecciones de este año, sino también para la próxima carrera presidencial.
Es por ello que ahora los mexiquenses vivimos (sufrimos) una vez más toda esa abundancia de propaganda que de nuevo, no tiene fondo ni forma, y sí, denota la falta de agencias de marketing político en México, o más bien, la ausencia de buenas agencias especializadas en ese rubro.
El Partido Acción Nacional (PAN) por ejemplo, encabezado por Josefina Vázquez Mota, pregona la frase “Más que un cambio”. ¿Qué es más que un cambio? ¿A qué se refiere exactamente? Es como aquellas misceláneas que venden productos comestibles “y algo más”, ¿es eso etéreo que nos tenemos que imaginar? ¿Dónde quedaron las propuestas concretas? ¿las imaginamos?
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que apuesta con Alfredo del Mazo y carga con toda la problemática generada por sus colegas, presenta un logotipo con un ícono que bien puede prestarse al albur, y a su campaña no le queda otra opción, más que afirmar que seguirá con lo que se ha hecho bien.
Morena lanza a su candidata Delfina Gómez, quien en los espectaculares publicitarios aparece como mirando a un pajarillo que sobrevuela por el lugar. Con un rostro bonachón y desconocido, ataca bien a la violencia de género y apuesta por una manera diferente de gobernar, pero al igual que los anteriores, sin una promesa de campaña concreta que la abandere, ni un mensaje claro en sus medios propagandísticos.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) tiene a Juan Zepeda, un candidato vigoroso y “echado para adelante”. Inició con un discurso contundente, pero una vez más, sin una promesa de peso que lo catapulte o por lo menos, nos llame la atención.
Y lo que se asoma para el 2018…
Desde hoy, ya se vislumbra la próxima contienda presidencial, en la que abundarán las famosas “fake news”, las desacreditaciones, los juegos sucios, los peligros para México, la gran estrategia para tirar al que va más arriba y, sobre todo, rebosarán los “trapitos al sol”. Más que una competencia de propuestas (como no ha ocurrido en años), veremos una encarnizada guerra en las redes sociales, en el boca a boca, y para un segmento aún muy importante, en los eventos proselitistas. Ganará el menos afectado, quien salga con la menor cantidad de rasguños.