En el mundo del marketing actual, vivimos apabullados por las cantidades y las mediciones. Sorprenden las grandes cifras y la efectividad de las campañas es juzgada fríamente por los resultados en ventas.
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Del Horror al Fervor
En las redes sociales, la situación no es diferente, queremos masividad pensando que con ello invariablemente venderemos más. Sin embargo, no siempre es así. En un mundo tan efímero como lo es el “on-line”, la frecuencia y permanencia son las leyes del juego. Pero también lo es un jugador que muchas veces olvidamos: la fuente.
Quizá hayas contratado al bloguero(a) con más seguidores como spoke person para tu nueva campaña, pero ¿en realidad es la persona adecuada? ¿La mayor parte de sus seguidores corresponden a tu mercado meta? ¿Su lenguaje, modo y forma de comunicar coinciden con la personalidad y valores institucionales de tu compañía? ¿Habrá un seguimiento o es sólo un esfuerzo aislado?
Todas estas preguntas son fundamentales cuando es preciso echar mano de las redes sociales y de los principales influencers en tu región para maximizar tu mensaje y difundirlo.
La fuente es la que avala tu mensaje y depende en gran medida de ella que éste tenga mayor credibilidad. Además, es mucho más factible que compartan los mismos receptores.
He visto como una gran cantidad de marcas muy importantes han pretendido hacer grandes campañas con blogueros estrella sin detenerse antes a pensar qué imagen estarán proyectando y si el personaje que finalmente será la cara de su marca es idóneo para representarla.
Así qué, después de todo, la calidad puede estar muy por encima de la cantidad. Especialmente, si se quiere avanzar con paso firme y certero. Vale más difundir el mensaje por un canal dirigido a tus shoppers, que apostarle a la masividad que te verá y después te olvidará por no estar dentro de sus intereses ¿o no?
