Entre los latinoamericanos el sentido del humor y el sexo están ligados como si se tratará de un mismo combo. Ejemplos hay muchos: somos capaces de bautizar las partes íntimas, los nombres, y apodos son dignos de un análisis antropológico.
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La sensualidad y la sexualidad habitan en términos que es complejo dividir, en México, por ejemplo, utilizamos el albur como un recurso lingüístico que en ocasiones se lleva a las campañas ATL, y cuando un creativo le encuentra posibilidades de aterrizarlo, lo lleva al plano del BTL.
Hace años un programa de Canal 11 se dedicó al albur, especialmente a un torneo que se realiza en el DF, donde se entrevistó a algunos de los participantes.
Recuerdo la frase más no el nombre de una concursante, que se presumía había sido campeona en varios años del torneo: “el albur es un ajedrez mental, es el ajedrez mental del mexicano”.
Resulta complicado para los extranjeros entender la dinámica del albur, además de ver cómo dos personas pueden ser felices ante el hecho de agredirse mediante referencias sexuales, es más extraño ver a dos hombres participar en esta especie de “coqueteo” admitido por la cultura, pues en un país que se percibe machista, es complejo ver a un grupo de varones diciendo “prestas”, “sobas”, “chupas”, como si en verdad se pretendieran tales acciones.
Además del albur, que abarca sexualidad, sometimiento y agilidad mental, también existen otros recursos en nuestro país, por ejemplo, el uso recurrente de la adivinanza. Cuando esa adivinanza adquiere dimensiones en varios planos, es como un albur pero disfrazado. Para concluir pronto, al mexicano le gusta resolver acertijos, siempre y cuando tengan una carga humorística de tono rojo.
Por otra parte somos un país donde el cuerpo humano se privilegia en la publicidad, los parámetros de belleza son flexibles siempre y cuando en las campañas se excluya la ropa.
A los niños, desde pequeños, se les inculca lanzar comentarios halagadores para referirse a las señoritas de buena pinta, y mordaces a las de mala, al mismo tiempo que se les prohíbe emplear esos comentarios en situaciones de interacción social escolar, familia extendida y espacios públicos.
A la par, a las niñas se les enseña la resignación, la espera de un hombre que las salve, la adoración por algún cantante o actor, al cual convertirán en novio de póster.
En ambos casos se nos brindan los conocimientos para no dejarnos de los demás, para bailar como teiboleros en las convivencias familiares y así recibir las palmas de la fiesta, se nos enseña a conversar de bulto (sic) y se nos instruye para hacer de la anécdota un bien de la nación.
Para hacer BTL rojo debemos entender que como el óleo, existen varias posibilidades: las marcas internacionales han entendido el valor de “tropicalizar” sus campañas para hacerlas apasionadas, intrépidas y de doble sentido, si ellas han visto el potencial, es porque para que nos llegue el mensaje, para que esto suceda se debe atraer, y nada nos atrae más a los mexicanos que un par de… discursos: el humor y la sexualidad.