Por: Arturo González Salas
Twitter: @Artglez
Con profundo respeto advierto sobre las líneas que leerá, pues no es un intento por ridiculizar la tarea evangélica de la religión católica, no es la obsesiva consecuencia de estar en colegios de monjas y ahora cobrar la factura.
En cada artículo quiero subrayar que hay mercadotecnia y en especial BTL, donde usted menos imagina, los lectores que con frecuencia acuden a mis textos son ajenos al marketing, en sus comentarios me han hecho saber que les agrada mi arriesgada búsqueda de nuevos horizontes.
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Desde sus inicios la iglesia católica nace como una red multinivel de fe, su estandarte es una complicada historia que se engarza a un personaje central, el producto que ofrece le llaman salvación, sus canales de distribución son comparables con el de Coca-Cola Company, se supervisa el mercado por medio de confesiones, se mantienen recursos constantes por medio de limosnas, se cambian vitrinas y anaqueles según la temporada del año, se ofrecen servicios complementarios como los sacramentos, existe un riguroso reclutamiento de personal y como en toda empresa, también hay días de promociones, como las misas de gallo donde se otorga absolución.
Si hay alguien que realice continuamente BTL, es la iglesia, prueba de ello son las peregrinaciones, misas dominicales, monumentales cristos e imágenes, templos y sus cuantiosos interiores, procesiones, ejercicios cuaresmales, mandas, fiestas patronales, por citar algunos.
Les falla personalizar la evangelización, los protestantes acuden casa por casa como vendedores de libros, su objetivo es agresivo y titánico, sin embargo, han logrado convertir a cada vez más files, debido a la actitud católica de centralizar el trabajo en los sacerdotes y no en su vasta red.
Hace años en un viaje por Europa, me sorprendieron varias cosas:
1.- La integración de oficinas modernas en los templos.
2.- Un volante que invitaba a la confesión telefónica a cualquier hora del día, publicado en varios idiomas.
3.- La venta de veladoras eléctricas y monedas alusivas al edificio.
4.- El cobro a los turistas por visitar algunas iglesias.
Varias ocasiones he comentado en Twitter que me encantaría trabajar para la iglesia católica, la única oferta que ha llegado es hacer rifas para remodelar la casa del padre, algo lejano a lo que me gustaría.
Comparto la visión del presbítero José de Jesús Aguilar Valdés, mejor conocido como el Padre Gomitas, hace tiempo desayuné con él y llegamos al mismo punto, a que el catolicismo requiere de una modernización inmediata, no porque la fe se haya perdido, sino porque las generaciones actuales piden un mensaje más fresco.
Espero disfruten estos días viajando, reflexionando, divirtiéndose, descansando. Haga lo que haga, hágalo al 100.
“¡La Iglesia de hoy no necesita cristianos a tiempo parcial, sino cristianos de una pieza!” Juan Pablo II