BTL, arte y gobierno

Arturo González, columnista InformaBTL
Hace un mes me topé con una exposición fotográfica en un mercado histórico de la ciudad donde radico. El lugar es increíble pues se exhiben artesanías, vinos y antigüedades, además de que la construcción tiene ese estilo arquitectónico al que incorrectamente le llamamos Porfiriano (no creo que se le denominen igual en Argentina o Francia), escuche a una historiadora decir que más bien es estilo neoclásico con toques Art Nouveau y Art Decód.

Hace un mes me topé con una exposición fotográfica en un mercado histórico de la ciudad donde radico. El lugar es increíble pues se exhiben artesanías, vinos y antigüedades, además de que la construcción tiene ese estilo arquitectónico al que incorrectamente le llamamos Porfiriano (no creo que se le denominen igual en Argentina o Francia), escuche a una historiadora decir que más bien es estilo neoclásico con toques Art Nouveau y Art Decód.

Se que en estos momentos esta intentando descifrar por qué el choro inicial. Algunos creerán que es para saciar mi dotación semanal para sentirme culto, otros pensarán que es debido a que los columnistas gastamos los primeros párrafos para tener oportunidad de calificar con el numero de palabras que nos solicitan, sin embargo, la intensión es la relación que los gobiernos y sus gobernantes le pueden imprimir a las ciudades, a la sociedad y a la memoria colectiva.

Son los edificios, las calles, los monumentos e incluso las erróneas definiciones conceptuales sobre arquitectura, lo que constituye el BTL que nace de la política y el ejercicio del poder. El legado de Porfirio Díaz, es una obra publicitaria más palpable en la actualidad, pues ahí radica la fortaleza del BTL gubernamental, permanece en el tiempo para ser testigo y vocero de un mensaje en donde se contienen decisiones, recursos, tendencias y estilos.

La exposición era una docena de fotografías a gran formato, las cuales contenían obra pública del Gobierno Federal, el material fue obtenido por medio de un concurso -un método muy frecuente cuando las dependencias desean interactuar con la ciudadanía o algún sector, o cuando encuentran una forma “ahorrativa” para hacerse de material que por falta de infraestructura o talento no se puede generar-, fotógrafos de todo el país aportaron su obra con la finalidad de ganar dinero y reconocimiento, además de la posibilidad de ver su obra recorriendo el país.

El arte depende de la apreciación, por tanto puedo comentar que algunas fotografías eran brillantes, logrando por un momento verse como un acto de proselitismo gubernamental, aunque al final se termina agradeciendo el esfuerzo de la institución. De eso se trata al hacer BTL, de no forzar al espectador, de no convertirlo en un “beneficiario”, se trata de suavizar el mensaje, de hacerlo interactivo, reflexivo, de darle el sentido de un reto, una actividad.

Aunque el concurso y exposición no es una idea que revolucione el mundo del BTL, lo cierto es que es un esfuerzo que se puede citar y visitar, por tanto representa más que una intensión, tengamos en cuenta que en estos tiempos debemos adoptar prácticas muy frescas y dinámicas en materia de comunicación gubernamental, pues en medio del desencanto político, el desprestigio continuo de todos los programas y su alto grado efímero, es momento también de reconocer que los gobiernos se pueden catalogar por medio de sus acciones, las cuales a decir verdad en nuestros días parecen desechables y como hemos visto, sí existen acciones que perduran, pues van más allá del acto publicitario, son verdaderamente obras maestras curadas precisamente por el tiempo.

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