Inversionistas extranjeros en América Latina empiezan a ver a Brasil como una prometedora apuesta de cambio de rumbo, mientras se enfría el interés por México y una histórica reforma energética que aún no da frutos.
Brasil aún debe recuperarse de su peor recesión en décadas, la inflación y su tasa de interés están entre las más altas de la región y su economía está empantanada por un desproporcionado sector público.
En contraste, México crece en torno a un 2.0 por ciento, tiene déficit fiscales más bajos y finanzas públicas más saludables.
Sin embargo, mientras la agenda de reformas del presidente interino de Brasil, Michel Temer, ofrece algunas promesas, México fue un tiempo un lugar atractivo para las empresas esxtranjeras, aunque ultimamente está teniendo algunos problemas.
Por una parte el peso mexicano ha sido la segunda moneda con peor desempeño entre las principales divisas emergentes este año, solo detrás del peso argentino, y está operando cerca de su mínimo récord pese a un agresivo incremento de la tasa de interés que apuntó a detener su caída.
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