Claro que No se Olvida. (1 de 3)
Por Manuel Moreno Rebolledo*
Uno nunca debería dejar de ser niño. Cuando menos seguir dejando que ese niño venga con uno de vez en vez para salvaguardar aquello que dio origen a muchos de nuestros sueños.
Dice García Márquez que la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. Eso me da permiso para recordar esos días en los que, al menos la mayoría de los niños, estuvimos a salvo.
Uno de esos días, por la mañana, nos sacaron temprano de la escuela con el pretexto de que los maestros tendrían una junta. Algo muy raro para ser miércoles. Rápido fue el camino a la casa por las ganas de jugar y, sobre todo, por saber si mis amigos de la cuadra también habían quedado libres de tarea y si también habían regresado. Ahí estaban. En esa época jugábamos solos en la calle. Nos llegaba la noche andando en bicicleta; jugando una “cascarita” o un “tochito” en medio de la calle; las infaltables “carreteritas” que tenían la virtud imaginativa de dibujar con gis sobre el pavimento las más intrincadas y “peligrosas” autopistas (ya las hubiera querido cualquier circuito de Fórmula 1), para hacer correr ““empujando con los dedos, claro estᔓ, nuestros intrépidos bólidos que comprábamos en el mercado y los rellenábamos con plastilina para darles “estabilidad” y no se salieran en las curvas so pena de volver a empezar, hasta que la lluvia borraba esos increíbles diseños o la voz materna salía por nosotros para que de una vez por todas fuéramos a cenar.
De los adultos, más sentíamos que oíamos preocupación. ““¡Maldito Bocón! Oí decir ese día a mi madre ““Pues, ¿qué le hacen estos chamacos? Ni que fueran a parar sus benditas olimpiadas.
Plastimarx, Lili-Ledy, MiAlegría, Avalancha y Bimex (la primera que trajo una Bicicleta Chopper que parecía moto de Easy Rider), eran las marcas objeto de mis deseos y sus comerciales en televisión ““en canal 5, desde que salía el Tío Gamboín, del cual casi todos los de la cuadra ya éramos sobrinos”“, ya no eran tan frecuentes en este mes del año. No le costaría mucho trabajo a canal 8 (del Grupo Monterrey ““Televisión Independiente de México”“, que se acababa de inaugurar en septiembre), ganarle niños teleadictos a canal 5. En el 8 empezó Chespirito y la barra infantil comenzaba con Jorge Gutiérrez Zamora y su “Calaca Tilica y Flaca”. También oía mucho mi radio portátil (sólo AM, no había más): Radio Capital, La Discoteca de la Gente Joven ““Rock a la Rolling, Cara a Cara (donde ponían a competir por medio de votos canciones de Los Monkees contra las de Los Beatles, ¡hágame usted el favor!)”“; también Radio 590 ¡La Pantera! ““donde podía oír lo último de mi mítico Morrison y sus Doors o al maestro del blues Otis Redding sentado en el muelle de la bahía”“; o Radio í‰xitos ““donde ya pasaban La Hora de Los Beatles o lo mejor de Janis (la bruja blanca de todos tan temida) o de plano se instalaban en el Power of Flower con lo mejor de la sicodélica gringuez”“.
““Ya se fueron a Tlatelolco, le dijo mi hermano a mi Madre, refiriéndose a los hermanos un poco mayores de sus amigos de Preparatoria. ““Dicen que con este mitin le van a parar hasta que pasen las Olimpiadas.
Nos daba la hora de dormir viendo la tele, entre la rivalidad de detergentes ““siga los tres movimientos de FAB contra el “chaca chaca” del Ariel de Luis Gimeno y el conejito de Rápido”“; con Cloralex ““como el limpiador oficial de las instalaciones deportivas de los juegos olímpicos”“; entre las pieles tersas que dejaba el jabón Colgate y los momentos de intimidad que provocaba el jabón Darling; entre Knorr Suiza ““garantizado por 10 mil pesos que sí tenía pollo”“ y los trocitos del mismo animal ““que “prácticamente nadaban” en las nuevas sopas Campbell’s”“; con la lucha desigual entre Pancho Pantera ““de Choco Milk”“ y Cuqui La Ratita ““del “chocolatote Express Vitaminado””“; entre Raleigh ““que era el cigarro”“ y Delicados ovalados ““mucho bueno sabor”“; con Ollas Presto ““una joya en cada olla”“; entre peinarme con Wildroot o de plano parecer relamido con la brillantina Palmolive; o entre fragancias como Jockey Club, Yardley, Varón Dandy o la recién llegada (y muy ambicionada) English Leather; y entre Gina Romand ““la rubia de categoría Superior”“ y Raquel Welch que vino a hacer un promocional sobre los juegos olímpicos, bailando con muy poquita ropa. Ya para esas horas ya había visto Meteoro, Might Thor, Birdman, UltraMan, La Señorita Cometa, Perdidos en el Espacio y Los Picapiedra.
““Vete al Superama por unos hot dogs hijo, me dijo mi mamá. ““Hoy están al 2×1 en la fuente de sodas. ““Por ahí tráete un pan Bimbo, pero esta vez no le saques las estampas a todos los panes, ya ves que la última vez me hablaron para reclamarme. ““índale, apúrate que vienen a cenar tu tía Pilar y Fernando y tu papá no tarda en llegar.
““¿Y a qué hora van a regresar del mitin? Le preguntó a mi hermano. ““No sé, ma. Creo que tarde. Pero ya qué, ustedes no nos dejaron ir a los más chicos. ““No, si no te preguntaba para que fueras, contestó mi madre.
Esa noche recuerdo que me fue como en feria. Me había dado mi mamá el dinero para los hot dogs y en la calle, quienes habían quedado, estaban organizando un “bote pateado”, juego que nos permitía esconder con nosotros los pecados del día hasta que llegara el incauto que había perdido y nos encontrara o una madre furiosa porque había pasado más de hora y media desde que me había mandado al súper de la esquina por la cena. No tuve otro remedio que ir corriendo por los hot dogs.
Continuará el próximo miércoles”¦
*e-mail: mmoreno@grapho-imc.com