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Babelia

A Través del Espejo

Por Manuel Moreno Rebolledo*

manue2.jpgCuando escribir sobre la crisis se vuelve algo recurrente, no necesariamente quiere decir que se haya vuelto una afición. Tampoco se trata de amargarle la Navidad a nadie, sobre todo cuando la celebración está tan cerca. Se trata de aportar posibles soluciones para el año que comenzará en cuestión de dí­as.

La comunicación que está destinada a los públicos internos de las organizaciones, como mencionamos en la entrega anterior, deberá volverse, ahora más que nunca, un factor que permita que las organizaciones ““ya sean públicas o privadas”“, permanezcan fuertes y trabajando ante la incertidumbre que promete 2009.

Es un asunto normal (entendida la normalidad como el pragmatismo victoriano que muchas cabezas de empresa ejercen), que ante la confusión de noticias oficiales y la profusión de noticias internacionales que concuerdan en un tamaño incierto de crisis, lo primero que pasa por la mente de empleados y empleadores es el recorte de personal; los primeros, angustiados por lo que unos decidan por ellos y los segundos, presionados por lo que ellos tengan que decidir por los demás.

Esta situación, lejos de ser benéfica para cualquier organización, genera inseguridad en unos e inquietud en otros. Ambos sentimientos distraen la capacidad habitual de trabajo y, en consecuencia, provocan recelos y malos entendidos; generan comunicación informal (que se acerca más a la desinformación) y, lo más grave, frenan la productividad.

La comunicación interna (ya sea a través de programas o asesorí­as de primer nivel en Comunicación Organizacional o con proyectos de Endomarketing), es una actividad que, con el paso del tiempo, ha ido siendo menospreciada por la Dirección en las empresas: es curioso ver cómo las áreas de Recursos Humanos han abandonado el sentido humanista de su función (el “Gemeinschaft” del sociólogo alemán Ferdinand Tí¶nnies donde en una asociación los individuos se orientan a la comunidad tanto o más que a su propio interés), por el sentido utilitario que le otorgan a cada posición dentro de la organización (el “Gesellschaft” descrito por el mismo Tí¶nnies, donde el único interés común que pueden tener empleados y empleadores es el ir a trabajar para ganar un sueldo).

Se ha perdido el entendimiento de la lógica con que ambas partes (la Dirección y los empleados) se ven una a la otra y el asunto radica en encontrar cómo, con dos pensamientos tan visiblemente opuestos, se puede observar el mismo punto. Cuando Lewis Carroll comenzó la segunda parte de Alicia ““”A Través del Espejo y lo que Alicia Encontró Allí­””“, colocó a su pequeña amiga Alice Raikes delante de un gran espejo con una naranja en la mano y le dijo:

““Quiero que me digas en qué mano tienes la naranja.

““En la derecha, contestó Alicia.

““Ahora, frente al espejo, dime en qué mano tiene la naranja la niña que está en el espejo, le dijo Carroll.

““En la izquierda, contestó Alicia.

““¿Y cómo puedes explicar eso? Le pidió Carroll.

““Si yo estuviera al otro lado del espejo, le contestó dudando Alicia, ¿no es cierto que la naranja seguirí­a estando en mi mano derecha?

““¡Justamente! Exclamó Carroll, ““es la mejor respuesta que me has dado”“.

Y es precisamente en momentos de crisis ““como dirí­a el médico: no queda más remedio que operar porque ese mal, pese a todos los sí­ntomas, no se atendió a tiempo”“, cuando las empresas que no hicieron nada por entenderse internamente ni establecieron normas, usos y costumbres de comunicación formal hacia adentro, voltean nuevamente a esta actividad, primero, para entender lo que pasó y, segundo, para ver qué puede hacerse.
Porque la comunicación interna nace como una respuesta a las necesidades de las empresas por motivar a sus recursos humanos y retener a los mejores elementos con el objeto de desarrollar una mayor productividad que les permita competir en un mercado con más oferta que demanda.

Esta tarea, que implica infundir una cultura organizacional enfocada al trabajo por el bien común; valores y objetivos con los cuales se identifique todo el personal (empleados y directivos), y una lealtad a la organización, debe ser llevada a cabo con el mismo nivel de importancia, profesionalismo y dedicación que cualquiera de las demás actividades vitales de la empresa.

Es importante entender que para aumentar la eficiencia del personal, éste debe sentirse integrado dentro del lugar donde, después de su casa, más tiempo permanece. Para ello es indispensable respetarlo y el principio del respeto radica en lograr su participación, tomándolo en cuenta, lo que implica mantenerlo informado; que conozca la organización, su misión, sus valores, su filosofí­a; que se sienta parte de ella y que vea su trabajo ““como referí­a Ferdinand Tí¶nnies en el “Gemeinschaft””“, como una extensión de su familia donde, haciendo lo correcto por el bien común, se puede sentir seguro.

La comunicación interna reduce la incertidumbre y previene los rumores que, en momentos de inquietud, provocan más desazón que clarificación. Por ello, difundir internamente mensajes de la Dirección claros, que tengan como consecuencia inmediata acciones de seguimiento, informar verazmente sobre lo que ocurre dentro de la empresa y establecer ví­nculos empáticos de comunicación entre la gerencia y el personal, resultan acciones fundamentales en circunstancias en las que el desánimo puede involucionar un proceso de trabajo que seguramente llevó años en lograrse.

Y para los que están haciendo cuentas, es importante decirles que, en relación con lo que podrí­an perder o estar perdiendo, la comunicación interna bien estructurada e, insisto, con profesionales que sepan lo que hacen, cuesta muy poco. En términos de costo-beneficio, es una de las actividades de comunicación más rentable.

Ahora sí­, por lo que queda de este año, ni una letra más sobre la crisis.

*e-mail: [email protected]

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